Imágenes cerebrales sugieren que el autocontrol se puede agotar
Un nuevo estudio presenta evidencia contundente sobre cómo el cerebro puede quedarse sin paciencia y autocontrol.
Un neurocientífico de la Universidad de Iowa utilizó imágenes magnéticas funcionales (fMRI) para confirmar estudios previos que muestran que el autocontrol es un bien finito que se agota con el uso.
Los investigadores han aprendido que una vez que la piscina se ha secado, es menos probable que mantengamos la calma la próxima vez que nos enfrentemos a una situación que requiera autocontrol.
En el estudio, William Hedgcock utilizó imágenes de resonancia magnética funcional para escanear a las personas mientras realizaban tareas de autocontrol. Las imágenes mostraban la corteza cingulada anterior (ACC), que es la parte del cerebro que reconoce una situación en la que se necesita autocontrol.
Los científicos creen que el ACC entiende que hay múltiples respuestas a esta situación y algunas pueden no ser buenas y, en consecuencia, dispara con la misma intensidad durante toda la tarea.
Sin embargo, la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC), la parte del cerebro que maneja el autocontrol y dice: "Realmente quiero hacer lo tonto, pero debo superar ese impulso y hacer lo inteligente", se dispara con menos intensidad. después de un esfuerzo previo de autocontrol.
Hedgcock cree que la pérdida de actividad en el DLPFC podría ser el agotamiento del autocontrol de la persona. La actividad estable en el ACC sugiere que las personas no tienen problemas para reconocer una tentación. Aunque siguen luchando, cada vez les resulta más difícil no ceder.
Esta interpretación explica por qué alguien que trabaja muy duro para no tomarse unos segundos de lasaña en la cena termina tomando dos trozos de pastel en el postre. El estudio también podría modificar el pensamiento previo que consideraba que el autocontrol era como un músculo.
Hedgcock dice que sus imágenes parecen sugerir que es como una piscina que puede drenarse con el uso y luego reponerse con el tiempo en un entorno de menor conflicto, lejos de las tentaciones que requieren su uso.
Los investigadores recopilaron sus imágenes colocando a los sujetos en un escáner de resonancia magnética y luego les pidieron que realizaran dos tareas de autocontrol: la primera implicaba ignorar las palabras que aparecían en la pantalla de una computadora, mientras que la segunda implicaba elegir las opciones preferidas.
El estudio encontró que a los sujetos les resultaba más difícil ejercer el autocontrol en la segunda tarea, un fenómeno llamado "agotamiento regulatorio". Hedgcock dice que los DLPFC de los sujetos fueron menos activos durante la segunda tarea de autocontrol, lo que sugiere que fue más difícil para los sujetos superar su respuesta inicial.
Los investigadores creen que el estudio es un paso importante para intentar determinar una definición más clara de autocontrol y descubrir por qué las personas hacen cosas que saben que no son buenas para ellos.
Un mejor conocimiento de cómo las personas pierden el autocontrol tiene implicaciones dramáticas para las intervenciones terapéuticas que ayudan a las personas a romper las adicciones a cosas como la comida, las compras, las drogas o el alcohol.
Algunas terapias ahora ayudan a las personas a romper las adicciones al enfocarse en la etapa de reconocimiento del conflicto y alentar a la persona a evitar situaciones en las que surge ese conflicto. Por ejemplo, un alcohólico debe mantenerse alejado de los lugares donde se sirve alcohol.
Hedgcock cree que su estudio sugiere que se podrían diseñar nuevas terapias centrándose en la etapa de implementación.
Por ejemplo, dice que las personas que hacen dieta a veces ofrecen pagarle a un amigo si no logran implementar el control al comer demasiada comida o el tipo incorrecto de comida. Esa penalización agrega una consecuencia real a su incapacidad para implementar el control y aumenta sus probabilidades de elegir una alternativa más saludable.
El estudio también podría ayudar a las personas que sufren de pérdida de autocontrol debido a defectos congénitos o lesiones cerebrales.
“Si sabemos por qué las personas están perdiendo el autocontrol, nos ayuda a diseñar mejores intervenciones para ayudarles a mantener el control”, dice Hedgcock.
El artículo de Hedgcock, "Reducir los efectos del agotamiento del autocontrol mediante una mayor sensibilidad a la implementación: evidencia de fMRI y estudios de comportamiento", se publicará en el Revista de psicología del consumidor.
Fuente: Universidad de Iowa