Impulso y envidia: cuando no deberías comprar ese auto

En nuestro mundo moderno, a menudo nos enfrentamos a situaciones en las que carecemos de lo que otros poseen. Ya sea el elegante reloj nuevo de un amigo, el apartamento de un compañero de trabajo en la ciudad, una taza de café espumoso en una valla publicitaria o el nuevo bebé del vecino, estamos rodeados de cosas que otros tienen y nosotros no.

La envidia es una de esas emociones dolorosas que la mayoría de la gente intenta evitar. Es una mezcla complicada de deseo y anhelo, con otras emociones, como la inferioridad, la frustración, la ira y el descontento. Las campañas de marketing a menudo están diseñadas para provocar envidia, pero su expresión es socialmente inaceptable.

Y la envidia, como muchas otras emociones, se complica aún más por su impacto útil y destructivo en nuestro comportamiento. La envidia puede hacernos trabajar más duro, luchar por más e innovar de formas que nos permitan alcanzar lo que deseamos. Pero la envidia también puede hacernos sentir rencor y resentimiento hacia los demás y hacer que nos comportemos de maneras que no son buenas para nosotros a largo plazo, p. gastando dinero que no tenemos o comiendo demasiado o tomando otras decisiones poco saludables.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre comportamiento útil y destructivo? ¿Cuándo impulsa un esfuerzo positivo por obtener más y mejorar nuestras vidas y cuándo es probable que cedamos a comparaciones sociales dolorosas, resentimiento amargo y comportamientos impulsivos, riesgosos y potencialmente dañinos?

Un estudio reciente en Emoción explora la conexión entre la envidia, el comportamiento impulsivo y el autocontrol. Según los autores, la envidia puede presentarse de muchas formas.

A veces experimentamos la envidia como un simple deseo: "Yo quiero eso". En otras ocasiones, la envidia es tanto el anhelo de algo que no hemos combinado con una motivación para derribar a otros. Aunque ambos pueden resultar frustrantes, el anhelo de derribar a los demás también suele implicar un sentimiento de vergüenza e inferioridad.

Esta emoción complicada y dolorosa es difícil de evitar. Tiende a ser provocado por compararnos desfavorablemente con otra persona. Estas comparaciones y juicios son espontáneos, automáticos e involuntarios.

No tenemos que estar a merced de la envidia. Existen múltiples estrategias para ayudarnos a mantener el autocontrol. Suelen ser aquellas estrategias clásicas que nos ayudan a controlar cualquier emoción dolorosa haciendo cosas como desviar la atención de la situación, reconocer los pensamientos envidiosos y cambiar el significado que derivamos de ellos.

Estas estrategias funcionan bien hasta que se pone a prueba nuestro autocontrol. Cuando estamos agotados física o mentalmente, somos menos capaces de controlar nuestros impulsos envidiosos. Cuando estamos agotados, distraídos, intoxicados o estresados ​​de alguna otra manera, disminuimos nuestra capacidad de influir en nuestras emociones. Es en estos momentos cuando actuamos sobre la base de los sentimientos de envidia, con poca o ninguna consideración por las consecuencias sociales, económicas, de salud u otras.

Es importante tener en cuenta nuestra limitada capacidad de autocontrol. Es más probable que las decisiones sobre comprar un automóvil nuevo, pedir ese helado sundae o comprar un par de zapatos caros sean irracionales y estén influenciadas por la envidia cuando estás abrumado, mentalmente fatigado, intoxicado o simplemente demasiado hambriento.

¿El resultado? Manténgase alejado de las compras o simplemente de la búsqueda de algo cuando no esté 100% descansado y relajado.

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