Prevención del suicidio juvenil: estrategias que funcionan

Los niños estadounidenses se están quitando la vida a un ritmo alarmante. Más del 7 por ciento de los estudiantes de secundaria dicen que participaron en un comportamiento suicida no fatal, mientras que el 17 por ciento dice que consideraron seriamente el suicidio durante el año anterior, según una encuesta nacional. Para los niños menores de 15 años, la prevalencia de muerte por suicidio casi se duplicó de 2016 a 2017. Teniendo en cuenta estas estadísticas aleccionadoras, no sorprende que el suicidio se haya convertido en la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de entre 12 y 18 años.

Lamentablemente, muchos padres no reconocen los signos de depresión en sus hijos hasta que ocurre una crisis. Puede ser difícil determinar la diferencia entre el comportamiento normal de un adolescente y algo mucho más serio. Para el Día Nacional de Concienciación sobre la Salud Mental Infantil, quiero aprovechar esta oportunidad para compartir estrategias que se ha demostrado que disminuyen el suicidio en niños y adolescentes.

Hace unos años, una adolescente llamada Alyssa * vino a mi terapia junto con su familia. Ella describió sentirse desconectada de sus padres, quienes no entendían sus intereses. Pasó mucho tiempo en su habitación viendo anime, jugando videojuegos y charlando con sus amigos en línea. Como muchas niñas, tuvo experiencias negativas con sus compañeros en la escuela y sintió una gran presión académica.

Sus padres no vieron ningún motivo de alarma hasta que fueron contactados por un consejero escolar preocupado, en quien su hija había confiado. Cuando se enteraron de que Alyssa pensaba en hacerse daño, decidieron que sería más seguro internarla en un hospital mientras elaboraban un plan para abordar sus desafíos, que incluían ansiedad y depresión.

La prevención es clave

Afortunadamente, Alyssa pidió ayuda a un consejero de confianza. Para las personas preocupadas por el suicidio infantil, se ha demostrado que varios factores protectores ayudan a reducir el riesgo de comportamiento suicida. Estos incluyen la conexión con la comunidad, la abstinencia de drogas y alcohol, relaciones familiares cercanas, sólidos sistemas de apoyo entre pares y participación regular en pasatiempos o actividades. Unirse a actividades que promueven la autoexpresión positiva (música, arte o teatro) o la autoeficacia (como deportes o actividades basadas en habilidades) y continuarlas durante la adolescencia puede ayudar a construir una identidad positiva y estable, la tarea principal y el estrés. de la adolescencia.

Otros factores protectores son más difíciles de cultivar. Las personas con una imagen positiva de sí mismas, fuertes habilidades para resolver problemas y la capacidad de regular sus emociones tienden a ser más capaces de afrontar momentos de mayor estrés. Si un niño tiene dificultades en estas áreas, especialmente mientras se distancia de la familia o los amigos, puede ser el momento de pensar en la terapia familiar. Involucrar a los adolescentes en la terapia no es fácil, por lo que construir una relación de confianza con un profesional de salud mental temprano para los jóvenes con factores de riesgo elevados es fundamental para la prevención del suicidio.

Trabajar con jóvenes también conlleva una serie de desafíos únicos. Pueden ser más impulsivos, tener problemas para ver una perspectiva a largo plazo y estar muy influenciados por sus amigos y relaciones en línea. Estas son solo algunas de las razones por las que es importante encontrar un terapeuta con amplia experiencia en el tratamiento de jóvenes. El profesional adecuado puede asesorar a los padres sobre lo que es típico en comparación con cuándo acceder a otros servicios y cómo mantener abiertos los canales de comunicación.

Confíe en las terapias basadas en evidencia

Cuando un niño está en terapia por pensamientos o acciones suicidas, es fundamental utilizar un enfoque de tratamiento basado en evidencia. Como terapeuta de carrera y Director de Servicios de Refugio para Jóvenes en Grafton Integrated Health Network, mi equipo y yo confiamos en el modelo CAMS. Abreviatura de Collaborative Assessment and Management of Suicidality, CAMS se desarrolló hace más de 30 años para evaluar y tratar específicamente el riesgo de suicidio.

Este método utiliza un enfoque altamente individualizado que permite a los pacientes participar activamente en el desarrollo de sus propios planes de tratamiento. En lugar de avergonzar a los jóvenes por su comportamiento suicida, nuestros terapeutas adoptan un enfoque empático y sin prejuicios, lo que nos ayuda a identificar y tratar las causas fundamentales del sufrimiento del cliente. En ensayos controlados aleatorios, se ha demostrado que el modelo CAMS evalúa con mayor precisión la necesidad de hospitalización aguda y reduce los pensamientos suicidas.

Sabemos que este enfoque funciona. Con la ayuda de un psiquiatra, musicoterapeuta y terapia individual y familiar utilizando la atención plena y las intervenciones cognitivo-conductuales, Alyssa pudo sentirse más esperanzada y conectada, mientras reducía sus pensamientos suicidas. Su terapia incluyó identificar y trabajar hacia metas futuras positivas, mejorar los patrones de comunicación problemáticos, aumentar la conexión en las actividades con compañeros de apoyo y seguir un plan de seguridad.

No existe una solución rápida para el suicidio de los jóvenes, pero la mejor prevención que tenemos es promover una buena salud mental y buscar ayuda profesional a tiempo. Tampoco es demasiado tarde para que un niño y su familia busquen los apoyos adecuados para desarrollar la resiliencia y avanzar hacia la recuperación.

* El nombre del paciente se ha cambiado para proteger la privacidad.

Si se encuentra en una crisis, llame sin cargo a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-TALK (8255), disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana. El servicio está disponible para todos. Todas las llamadas son confidenciales.

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