La depresión puede crear oportunidades
Un estudio nuevo y perspicaz sugiere que la depresión a veces puede ser una bendición disfrazada, ya que puede ayudarnos a dejar de lado metas inalcanzables.
Para muchos, la vida es a menudo estresante cuando alcanzamos metas elevadas. Se elogia la perseverancia y se nos dice que solo con la motivación adecuada podremos lograr los objetivos que nos hemos propuesto.
El fracaso no es aceptable y los que abandonan se consideran débiles y deficientes.
Los investigadores alemanes explican la falacia de este enfoque. Que si bien la determinación es a menudo necesaria para muchas áreas de la vida, un plan de vida demasiado ambicioso también puede resultar una trampa.
De hecho, muchos se encuentran en el engaño cuando los objetivos perseguidos son inalcanzables, dice el profesor Klaus Rothermund de la Universidad Friedrich Schiller de Jena (Alemania).
“Algunas personas desarrollan depresión como resultado de esfuerzos tan inútiles”, dice Rothermund. El hecho de que la meta permanezca inalcanzable distante, por mucho que una persona lo intente, hace que experimente impotencia y una pérdida de control.
Sin embargo, esto no debe ser inevitablemente un callejón sin salida psicológico. De hecho, la depresión puede crear oportunidades para quienes la padecen, como lo ha demostrado el investigador en un estudio.
En el Revista de terapia conductual y psiquiatría experimental, Rothermund y la estudiante de posgrado Katharina Koppe muestran que los pacientes con depresión tienen mucho más éxito que las personas sanas en dejar de lado metas inalcanzables.
Y, desde un punto de vista psicológico, eso es una gran ventaja. "El que se rinde, gana", dice la autora principal Katharina Koppe, "incluso si eso suena paradójico al principio".
La capacidad de desconectarse, según los psicólogos, representa una importante función adaptativa de la depresión. En pocas palabras: si la discrepancia entre mi objetivo personal y mis posibilidades actuales es demasiado grande, sería mejor buscar un objetivo más realista y abandonar el anterior.
En su estudio, los psicólogos de la Universidad de Jena dieron a los pacientes con depresión y a los participantes sanos la simple tarea de resolver anagramas. Estas son palabras en las que las letras están en el orden incorrecto.
Por ejemplo, el anagrama SIEGOT debe reorganizarse para hacer EGOIST. Los participantes tuvieron que resolver tantos anagramas como fuera posible dentro de un tiempo específico. Lo que los participantes no sabían era que algunos de los anagramas no tenían solución, ya que era imposible reorganizarlos para formar una palabra significativa.
“Estas tareas irresolubles representaban metas inalcanzables, a las que era necesario renunciar lo antes posible para utilizar el tiempo de manera eficaz”, explica Katharina Koppe. Se desprende del experimento que los pacientes con depresión dedicaron menos tiempo en total a los anagramas sin solución que el grupo de control, mientras que el tiempo dedicado a trabajar en las tareas que se pueden resolver no difirió entre los dos grupos.
Aunque esta prueba implica un tipo de tarea muy simple, que sin duda no puede equipararse uno a uno con otros desafíos de la vida diaria, los psicólogos sí ven en ella indicaciones importantes para un cambio en nuestra visión de la depresión.
“La falta general de motivación que es típica de muchos pacientes con depresión aparentemente da lugar a una mayor capacidad para abandonar los objetivos, y esto se podría utilizar en la terapia”, dice el profesor Rothermund.
Una estrategia podría ser identificar las metas inalcanzables que han llevado a los pacientes a estar deprimidos y luego apoyar específicamente a los pacientes para que se desconecten.
"Si dejamos de ver la depresión simplemente como una carga psicológica, que solo debe eliminarse mediante terapia, también podríamos utilizar la crisis del paciente como una oportunidad para el desarrollo personal", dice Katharina Koppe.
Si bien el concepto tiene mérito, todos coinciden en que se necesita mucha más investigación sobre este tema.
Fuente: Universidad de Jena