Comportamiento animal similar a la respuesta humana

Los investigadores utilizan con frecuencia modelos animales para estudiar cómo una intervención influye en el comportamiento. A menudo, el valor de la investigación depende de qué tan bien el comportamiento animal imita o replica las actividades humanas.

En un nuevo estudio, los científicos han identificado una alteración en el ADN de un gen que imparte un comportamiento similar relacionado con la ansiedad tanto en humanos como en ratones, lo que demuestra que los animales de laboratorio se pueden utilizar con precisión para estudiar estos comportamientos humanos.

Los hallazgos pueden ayudar a los investigadores a desarrollar nuevas estrategias clínicas para tratar a los seres humanos con trastornos de ansiedad, como fobias y trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Los resultados del estudio, financiado por los Institutos Nacionales de Salud, se publican en la revista Ciencias.

"Descubrimos que los humanos y los ratones que tenían la misma alteración genética humana también tenían mayor dificultad para extinguir una respuesta similar a la ansiedad a los estímulos adversos", explica el Dr. BJ Casey, coautor principal del estudio y profesor de psicología en psiquiatría de Colegio Médico Weill Cornell.

Los investigadores observaron respuestas de comportamiento comunes entre humanos y ratones que poseen una alteración en el gen del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Los ratones fueron alterados genéticamente, lo que significa que tenían una variación genética humana insertada dentro de su genoma.

Para hacer su comparación, los investigadores emparejaron un estímulo inofensivo con uno aversivo, lo que provoca una respuesta similar a la ansiedad, conocida como miedo condicionado. Después del aprendizaje del miedo, la exposición a numerosas presentaciones del estímulo inofensivo por sí solo, en ausencia del estímulo aversivo, normalmente conduce a los sujetos a extinguir esta respuesta al miedo.

Es decir, un sujeto debería eventualmente dejar de tener una respuesta ansiosa hacia el estímulo inofensivo.

"Pero tanto los ratones como los humanos que tenían la alternancia en el gen BDNF tardaron mucho más en 'superar' los estímulos inocuos y dejar de tener una respuesta de miedo condicionada", explica la Dra. Fatima Soliman, autora principal del estudio.

Además de las pruebas de observación, los investigadores también realizaron escáneres cerebrales utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), en los participantes humanos, para ver si la función cerebral difiere entre las personas con el gen BDNF anormal y aquellas con genes BDNF normales.

Descubrieron que un circuito en el cerebro que involucra la corteza frontal y la amígdala, responsable de aprender sobre las señales que indican seguridad y peligro, se alteró en las personas con la anomalía, en comparación con los participantes de control que no tenían la anomalía.

“Las pruebas de este gen pueden algún día ayudar a los médicos a tomar decisiones más informadas para el tratamiento de los trastornos de ansiedad”, explica el Dr. Francis S. Lee, coautor principal del estudio y profesor asociado de psiquiatría y farmacología en Weill Cornell Medical College.

Los terapeutas utilizan la terapia de exposición, un tipo de terapia conductual en la que el paciente se enfrenta a una situación, un objeto, un pensamiento o un recuerdo temidos, para tratar a las personas que experimentan estrés y ansiedad debido a determinadas situaciones.

A veces, la terapia de exposición implica revivir una experiencia traumática en un entorno terapéutico controlado y se basa en los principios del aprendizaje de la extinción. El objetivo es reducir la angustia, física o emocional, que se siente en situaciones que desencadenan una emoción negativa. La terapia de exposición se utiliza a menudo para el tratamiento de la ansiedad, las fobias y el trastorno de estrés postraumático.

"La terapia de exposición aún puede funcionar para los pacientes con esta anomalía genética, pero una prueba positiva para la variante genética BDNF puede informar a los médicos que la terapia de exposición puede llevar más tiempo y que el uso de medicamentos más nuevos puede ser necesario para acelerar el aprendizaje de la extinción", explica Dr. Soliman.

Fuente: Nueva York- Presbyterian Hospital / Weill Cornell Medical Center / Weill Cornell Medical College

!-- GDPR -->