Historia verdadera: lo que aprendí cuando mi padre se suicidó

Lo que puedes aprender del día más difícil de tu vida.

Experimentar el suicidio de un padre es una de las cosas más difíciles que he soportado. Hay tantas preguntas sin respuesta que pueden perseguirte si las dejas.

El duelo es un proceso que puede llevar tiempo y es muy personal; todos lo experimentamos de manera diferente.

Pero por más difícil que sea, hay muchas lecciones y bendiciones que se pueden aprender de una tragedia como esta.

Aquí hay 5 cosas positivas que aprendí cuando mi papá se suicidó y que espero puedan ayudarte con tu dolor y tu proceso de curación.

1. Aceptación.

Es básicamente imposible no piense en los "qué pasaría si" o "debería, podría" cuando se le crucen por la mente. Estaría mintiendo si dijera que no se me ocurren de vez en cuando.

Sin embargo, ¡lo único que aseguran es más dolor! Si hubiera algo que pudiéramos haber hecho para evitar que mi papá se suicidara, lo habríamos hecho.

Muchas emociones surgen en momentos como estos, como la ira, el dolor, la envidia y el miedo. Es importante sentarse con sus emociones y no alejarlas. Es importante darse la oportunidad de vivir un duelo por completo.

Una vez que se haya afligido, podrá aprender a aceptarlo. Solo entonces podrás tener una apariencia de paz.

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2. Siempre hay una lección y un regalo incluso en las circunstancias más oscuras.

No es fácil encontrar una lección sobre algo que se siente tan trágico.

Es importante experimentar sus sentimientos si realmente quiere sanar. En nuestra cultura, se nos dice que nos sintamos de cierta manera cuando sucede algo trágico. Se nos enseña que la culpa y la vergüenza son parte de lo que somos. Este no tiene por qué ser el caso.

Una forma que he encontrado que hace que cualquier problema o tragedia sea más fácil de manejar es buscar una lección o un regalo en él.

Puede que nunca haya un momento perfecto para comenzar la curación, así que elija hacerlo ahora.

Aquí hay un ejercicio para ayudar:

  • Piense en una situación que le cause dolor. Eso puede haberle hecho sentir culpa, vergüenza o culpar a otros.
  • Respire profundo mientras recuerda a la persona o personas involucradas y dé un paso atrás de la situación; como si estuvieras viendo una película.
  • ¿Qué se podría aprender de esta situación?
  • ¿Cómo puedo vivir mi vida de manera diferente?
  • ¿Cómo puedo crecer con lo que pasó?
  • Escriba lo que pudo haber aprendido.
  • ¿Puedes ver cómo pudiste crecer como persona gracias a esta lección? (Recuerde, ¡parte del mayor crecimiento personal proviene del dolor!)

3. Buena suerte, mala suerte ... ¿Quién sabe?

Cuando sucede algo doloroso, la gente inmediatamente quiere ponerle una etiqueta. Tus suposiciones o juicios te causan más dolor que cualquier otra cosa.

Hay una gran historia sobre un agricultor chino que utilizo con mis clientes para aclarar este punto:

Una vez había un granjero chino que trabajaba en su pobre granja junto con su hijo y su caballo. Cuando el caballo se escapó un día, los vecinos vinieron a decir: "¡Qué desgracia para ti!" El granjero respondió: "Tal vez sí, tal vez no". Cuando el caballo regresó, seguido por una manada de caballos salvajes, los vecinos se reunieron alrededor y exclamaron: "¡Qué buena suerte para ti!" El granjero mantuvo la calma y respondió: "Quizás sí, quizás no".

Mientras trataba de domesticar a uno de los caballos salvajes, el hijo del granjero se cayó y se rompió una pierna. Tuvo que descansar y no pudo ayudar con las tareas de la granja. “Qué tristeza”, gritaron los vecinos. “Quizás sí, quizás no”, dijo el granjero.

Poco después, un ejército vecino amenazó a la aldea del agricultor. Todos los jóvenes de la aldea fueron reclutados para luchar contra los invasores. Muchos murieron. Pero el hijo del granjero se había quedado fuera de los combates debido a su pierna rota. La gente le decía al granjero: "¡Qué bueno que tu hijo no pueda pelear!" “Quizás sí, quizás no”, fue todo lo que dijo el granjero.

La lección aquí es la aceptación, el juicio y permitir que la divinidad corrija las cosas.

Cuando recuerdo el suicidio de mi padre, sé que, además del dolor, he recibido grandes regalos y bendiciones de esta tragedia.

4. Valorar cada día y cada respiración.

Solía ​​dar la vida por sentada

Me permitiría perder días o incluso semanas sintiéndome víctima, enojo y dolor. Aprendí que hay un lugar para esas cosas, pero no tengo que vivir y quedarme estancado.

Si elijo prestar atención al drama, me duele. En cambio, elijo practicar la gratitud en mis momentos más oscuros.

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5. Por último, no dejes que se vuelva demasiado oscuro.

A veces parece que la sociedad espera que seamos de cierta manera.

La sociedad quiere que lamentes o te vengas dependiendo de las circunstancias.

No necesitamos vengarnos de nosotros mismos. No importa la circunstancia, hicimos lo mejor que pudimos en ese momento con lo que teníamos.

Lo mejor que podemos hacer para honrarnos a nosotros mismos y a la víctima es perdonar. Tenemos dos opciones: podemos perdonar ahora o perdonar más tarde.

Perder a un padre por suicidio es trágico y triste.

Pero no es necesario que se atasque.

Hay vida del otro lado.

Se te permite experimentar alegría. Puedes celebrar y hablar de tu amigo o familiar.

Este artículo invitado apareció originalmente en YourTango.com: 5 cosas que aprendí cuando mi papá se suicidó.

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