La vida es como un juego de tetris

Siempre amé el juego de Tetris cuando era niño. Ya no me doy tanto tiempo para jugarlo, pero tal vez sería una práctica útil de vez en cuando. Tetris, si bien es un juego de velocidad y estrategia, también nos enseña aceptación, flexibilidad y gratitud si estamos abiertos al aprendizaje.

No había nada más satisfactorio que limpiar cuatro líneas a la vez. Fue suficiente para traer saltos y chillidos de alegría. Era incluso mejor cuando jugaba contra alguien más.

Sin embargo, estos momentos pueden ser fugaces. Fácilmente podría olvidar la emoción tan pronto como llegó la siguiente pieza. A veces, los bloques seguían apilando. Cuanto más se apilaban, mayor era mi ansiedad y frustración.

Podría usar eso como determinación. Quería resolver el rompecabezas y superar mi última puntuación. También podría ser resistente a las piezas. "¡No no no no no! No quiero esa pieza ". Cuanto más me concentraba en el hecho de que no era la pieza que quería, más ansioso y frustrado estaba.

Podría enojarme si perdiera el juego. ¿Enojado con el juego por las piezas que me dio? Por supuesto. ¿Enojado con mi hermano por distraer tanto? Definitivamente. La mayoría de las veces, sin embargo, se trataba solo de mí. Esperaba ganar y debería haberlo hecho mejor.

A veces en la vida, no importa cuánta habilidad y velocidad tengamos, cualquier pieza que vaya a caer, caerá. No es personal. Cualquiera que sea la pieza que caiga y donde sea que caiga, siempre habrá una nueva en camino.

Cuando era niño, dudo haber comprendido realmente el significado de esto. Las cosas pueden juntarse y desmoronarse. Puedes tener toda la velocidad y la estrategia del mundo, pero a veces aún no ganas el juego. Y eso está bien.

Como adulto, todavía quiero que las cosas estén ordenadas. Quiero borrar cuatro líneas en menos tiempo. Hasta cierto punto, todos queremos que las piezas de la vida se alineen.

Podemos abordar la vida como si fuera un ejercicio de velocidad y estrategia. Resuelva este acertijo, responda esta pregunta y encuentre certeza. A veces, la vida funciona exactamente de esta manera. Otras veces, es solo una pila de bloques que no sabemos cómo usar.

Algunas piezas de la vida encajan con lo que hemos planeado, pero a menudo no es así. El truco consiste en abordarlos con aceptación, flexibilidad y gratitud en lugar de resistencia, ansiedad y frustración. Cuando nos cruzamos de brazos y decimos: "No, no quiero esto", no paramos lo que sea "esto", como tampoco paramos que las piezas caigan en el juego. La resistencia no cambia lo que es. Solo empeora una situación dolorosa y los pedazos siguen cayendo.

La aceptación y la flexibilidad, por otro lado, nos permiten doblarnos y cambiar con lo que nos venga. Nos recuerdan que incluso si no nos gusta esta pieza, podemos aceptarla y saber que hay una nueva en camino. Esto no significa que siempre estemos satisfechos con cualquier cosa que nos depare la vida, pero podría significar que estamos dispuestos a intentarlo. Cuando abordamos las dificultades con aceptación y flexibilidad, vemos los desafíos a medida que surgen y los enfrentamos con curiosidad y confianza en nosotros mismos.

Ver las piezas de nuestra vida con gratitud nos permite disfrutar tanto de los momentos ordinarios de la vida como de sus victorias. Algunos de nosotros podemos resistirnos a disfrutar de los momentos más pequeños de la vida. No queremos sentirnos demasiado felices todavía y, en cambio, nos preocupamos por lo que vendrá después. Quizás estemos esperando algo más grande y mejor.

Incluso si nos sentimos felices, se puede olvidar con la siguiente pieza que se interponga en el camino. La gratitud nos permite apreciar lo que tenemos cuando lo tenemos. Podemos aceptar la impermanencia de estos momentos y aprovecharlos para obtener fuerza durante nuestros momentos más difíciles.

Con aceptación, flexibilidad y gratitud, podemos desarrollar la resiliencia, encontrar soluciones creativas y aprender a asumir riesgos saludables. También podríamos ser mucho más amables con nosotros mismos y con los demás cuando no salimos victoriosos. Hay menos en juego cuando somos flexibles con lo que se nos da y estamos agradecidos por lo que hemos tenido. La victoria no es tan importante cuando aprendemos a mirar más allá del resultado y apreciar el proceso.

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