Estudio: cerebros femeninos más sensibles a las recompensas prosociales que los hombres

Un nuevo estudio de investigadores suizos encuentra que el cerebro humano femenino reacciona más fuertemente al comportamiento prosocial que el cerebro masculino.

Los neurocientíficos de la Universidad de Zúrich analizaron las áreas del cerebro que están activas cuando se toman decisiones de este tipo. Son los primeros en demostrar que los cerebros de hombres y mujeres responden de manera diferente al comportamiento prosocial y egoísta.

El cuerpo estriado, ubicado en el medio del cerebro, es responsable de la evaluación de la recompensa y está activo siempre que se toma una decisión.

Los investigadores encontraron que el cuerpo estriado se activaba con más fuerza en los cerebros femeninos durante las decisiones prosociales que durante las decisiones egoístas. Por el contrario, las decisiones egoístas llevaron a una activación más fuerte del sistema de recompensa en los cerebros masculinos.

Sin embargo, en un segundo experimento, el sistema de recompensa se interrumpió al administrar medicamentos a los participantes. En estas condiciones, las mujeres se comportaron de manera más egoísta, mientras que los hombres se volvieron más prosociales.

Este último resultado sorprendió a los investigadores.

El autor principal, el Dr. Alexander Soutschek, dijo: "Estos resultados demuestran que los cerebros de mujeres y hombres también procesan la generosidad de manera diferente a nivel farmacológico".

Los resultados también tienen consecuencias para futuras investigaciones sobre el cerebro, y Soutschek afirma que "los estudios futuros deben tener en cuenta las diferencias de género más en serio".

Incluso si estas diferencias son evidentes a nivel biológico, Soutschek advierte contra suponer que deben ser innatas o de origen evolutivo.

“Los sistemas de recompensa y aprendizaje en nuestro cerebro funcionan en estrecha cooperación. Los estudios empíricos muestran que las niñas son recompensadas con elogios por su comportamiento prosocial, lo que implica que sus sistemas de recompensa aprenden a esperar una recompensa por un comportamiento de ayuda en lugar de un comportamiento egoísta. Teniendo esto en cuenta, las diferencias de género que observamos en nuestros estudios podrían atribuirse mejor a las diferentes expectativas culturales puestas en hombres y mujeres ".

Los investigadores señalan que este aprendizaje específico de género refuerza los hallazgos anteriores que indican diferencias culturales significativas en la sensibilidad del sistema de recompensa al comportamiento prosocial y egoísta.

El estudio aparece en la revista Comportamiento humano de la naturaleza.

Fuente: Universidad de Zurich

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