Regresar a la escuela más tarde en la vida

En septiembre pasado, mi madre, a la edad de 70 y tantos años, regresó a la escuela de posgrado después de una carrera de 40 años en diseño de interiores.

Regresar a la escuela le produjo una gran alegría en la vida. Le encantaba aprender y ser parte de una comunidad universitaria acompañada de energía y entusiasmo juvenil. Pero también experimentó una gran ansiedad por las calificaciones, mantenerse al día con la carga de trabajo, leer letra pequeña con su vista defectuosa y llegar a clase con mal tiempo.

Cuando volví a la escuela a los 39 años, también recuerdo sentir tanto entusiasmo como miedo. Mi mente se aceleró con preguntas: ¿podré estudiar y hacerlo bien mientras mantengo mis responsabilidades familiares? ¿Seré el mayor de mi clase? ¿Seguiré teniendo el enfoque para estudiar después de todos estos años? ¿Serán interesantes las clases? ¿Vale la pena el dinero que cuesta la escuela? ¿Llevará a una vida mejor? Tenía muchas esperanzas y sueños, pero también miedo al fracaso, miedo a la vergüenza y ansiedad por todas las incógnitas.

Hacer algo nuevo siempre es difícil, incluso cuando es para mejor. Sentimos el cambio en lo profundo de nuestros cuerpos. Cuando se hace algo nuevo, es normal sentirse desconcertado o fuera de control, ansioso y, a veces, francamente aterrorizado.

Volver a la escuela más tarde en la vida es una propuesta emocionante. Aceptamos la escuela en nuestros propios términos, eligiendo y eligiendo exactamente lo que nosotros queremos estudiar en lugar de lo que nuestros padres y maestros eligieron para nosotros. Además, es emocionante estimular la mente con nuevas ideas. Nuestro cerebro busca la novedad como nuestro estómago busca alimento. Aprender es nutritivo. Conocemos gente nueva. Y tenemos la esperanza de avanzar tanto personal como profesionalmente.

Para aprovechar al máximo esta transición, debemos aprender a cuidar nuestros miedos e inseguridades mientras nos esforzamos por alcanzar nuestras nuevas metas. Entonces, ¿cómo podemos manejar de manera efectiva los desafíos que implica regresar a la escuela para que disfrutemos de la experiencia y funcionamos bien? Abogo por tres prácticas diarias:

  1. Escriba sus metas y léalas con frecuencia
    El cerebro tiende a volverse negativo. Desde un punto de vista evolutivo, tiene sentido que el cerebro se haya formado para estar atento al peligro y evaluar el peor resultado posible. Pero en los tiempos modernos, el sesgo negativo del cerebro puede llevarnos a preocuparnos. Cada vez que probamos algo nuevo, tenemos que luchar contra la tendencia natural de nuestro cerebro a buscar el peligro. Una manera muy sencilla de burlar al cerebro es tener una lista escrita de las razones por las que regresa a la escuela y revisarla todo el tiempo.
  2. Sea consciente de sí mismo
    La conciencia es la herramienta más poderosa que tenemos para mantener la calma. No podemos atender nuestros miedos si primero no nos damos cuenta de que los tenemos. Los miedos pueden manifestarse en todo tipo de pensamientos y comportamientos disfrazados. La falta de conciencia puede llevar a comportamientos inútiles como la procrastinación. La procrastinación es como la punta de un iceberg. Los conflictos y las emociones son la parte del iceberg que no se puede ver fácilmente. Pero las emociones y los conflictos impulsan pensamientos y comportamientos. Tenemos que mirar dentro de nosotros mismos para descubrir lo que realmente está sucediendo en niveles más profundos. Una vez conscientes, podemos atender a nuestros sentimientos y ver qué necesitan para calmarse. Etiquetar y validar las emociones es clave para no dejar que te gobiernen. Nunca juzgues tus pensamientos y sentimientos. En cambio, acéptelos incondicionalmente para que pueda trabajar con ellos.
  3. Relajarse
    Un sistema nervioso tranquilo conduce a un cerebro sabio. Por el contrario, el cerebro no nos permite pensar con claridad cuando las emociones son intensas. La ansiedad dificulta el pensamiento lógico y genera preocupaciones, lo que a menudo nos hace actuar de manera contraria a nuestro mejor interés. Hay muchas técnicas que todos podemos aprender a calmar cuando nos desencadenamos en estados de disgusto. Una forma rápida de calmarse es salir de su cabeza para detener inmediatamente los pensamientos negativos y las preocupaciones. Cambias tu atención a las plantas de tus pies, notando cómo se sienten cuando hacen contacto con el suelo. Respire profundamente en su estómago cinco o seis veces, exhalando más tiempo de lo que inhala. Imagina un lugar que encuentres tranquilo y relajante. Date un abrazo (literalmente envuélvete con tus brazos) o pídele a alguien que conozcas que te abrace. Felicítese por volver a la escuela y ser tan valiente para probar algo nuevo. Todas estas técnicas sirven para calmar su sistema nervioso.

Regresar a la escuela es una manera maravillosa de mejorar y crecer tanto personal como profesionalmente. Sin duda, agrega estrés a tu vida. Asegure su éxito haciendo todo lo posible para manejar sus miedos. El crecimiento siempre es sinónimo de lucha. Y el verdadero coraje es hacer algo frente al miedo.

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