Silenciar al crítico interno

Alimentarse a sí mismo significa, sobre todo, comprometerse con la autocompasión. - Jennifer Louden

¿Cuándo aparece tu crítico interno? ¿Es cuando derramas tu café? ¿Cuándo te olvidas de comprar el pan? ¿Cuando hablas con demasiada dureza a tus hijos? ¿Es cuando hiciste la C cuando luchabas por la A, o es cuando no te invitaron a la fiesta?

Hay muchas oportunidades para que el crítico interno se cuele y le recuerde sus fallas, sus fallas y sus debilidades. Para algunos, la crítica interna aparece con tanta regularidad que hace su trabajo sucio sin que nadie se dé cuenta. Todo lo que experimentamos con regularidad tiende a desaparecer de nuestra conciencia. No solemos notar nuestra respiración, nuestros ojos parpadeando o la sensación de los zapatos en nuestros pies porque esas cosas nos pasan todo el tiempo.

El pensamiento autocrítico puede convertirse en lo mismo. Podemos tener cientos de pensamientos autocríticos cada día sin ningún conocimiento consciente. Esos pensamientos se vuelven tan naturales como respirar. Desafortunadamente, el pensamiento negativo no es tan saludable como respirar.

Si bien existen muchas formas de pensamiento negativo, la autocrítica es una de las más destructivas. Los ejemplos pueden incluir los siguientes pensamientos: "No puedo hacer nada bien"; "Estoy gordo."; “Eso fue una estupidez de decir”; "No podré hacer eso". La lista podría seguir.

Desarrollamos el hábito de la autocrítica cuando experimentamos críticas o desaprobación durante la niñez. Desarrollamos la creencia de que somos inadecuados. Luego interpretamos los eventos diarios como evidencia de nuestra insuficiencia.

Los niños están predispuestos a creer que son inadecuados porque en realidad lo son. Los niños no pueden hacer cosas que los adultos pueden hacer. Ellos hacer derramar la leche. No pueden atarse los zapatos. Se equivocan cuando intentan hacer cosas.

Como adultos, sabemos que tal insuficiencia es normal. No se espera que los niños puedan hacer cosas porque son niños. Entendemos que tienen que aprender. Desafortunadamente, los niños no tienen esa perspectiva. A menudo ven su incapacidad para hacer cosas como evidencia de su insuficiencia.

Los buenos padres animan a sus hijos cuando se equivocan. Ayudan al niño a comprender que tiene que aprender a hacer cosas nuevas y que cometer errores es una parte normal del aprendizaje. Todos los padres critican a sus hijos a veces, y ningún padre es inmune a las frustraciones de criar hijos. Pero, ¿qué pasa con el padre que es demasiado crítico? ¿Qué pasa con el padre que muestra su frustración o desaprobación cuando el niño comete algún error? Este comportamiento de los padres simplemente refuerza los sentimientos de insuficiencia del niño. Nace la crítica interna.

Los niños son como esponjas. Si coloca una esponja junto a agua clara y pura, la absorberá. Si lo coloca junto al ácido, también lo absorberá. La esponja no tiene otra opción. Absorbe todo lo que entra en contacto. Los niños no son diferentes. Cuando están expuestos al aliento y al amor, lo absorben. Cuando están expuestos a críticas, negligencia o abuso, también absorben eso. No tienen otra opción.

Si las declaraciones autocríticas son una parte importante de su vocabulario interno, debe comprender que esas declaraciones perjudican su bienestar. No puedes tener esos pensamientos sin dañar tu autoestima y afectar tus elecciones de vida. Los pensamientos autocríticos a menudo alimentan la depresión y la ansiedad.

Preste atención al contenido de sus pensamientos. Cuando note un diálogo interno autocrítico, repítase: "Lo hice de nuevo". Luego, recuerda que esos pensamientos son autodestructivos. Trate de recordar de dónde vino el hábito. Pregúntese si alguna vez le diría esas cosas a otra persona. Trate de reemplazar una declaración autocrítica con un pensamiento neutral o de apoyo. Es un proceso gradual, pero puede cambiar su forma de pensar con atención y esfuerzo persistentes.

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