Psicoterapeutas desenmascarados en Internet

Hace cinco años estaba almorzando con mi padre, un psiquiatra de casi 45 años. Tenía curiosidad por saber cómo estaba obteniendo una carga tan completa de clientes siendo un nuevo terapeuta. Le expliqué que mi sitio web ocupaba un lugar destacado en los rankings de motores de búsqueda de mi área y que en estos días la gente busca la mayoría de las cosas en línea, incluidos los terapeutas. Ladeó un poco la cabeza y me miró con recelo.

"¿Pones tu foto en tu sitio web?" preguntó.

Cuando le dije que sí, casi se cayó de la silla y se puso a hablar de lo inapropiado que es esto, comparándolo con sacar un anuncio en las páginas amarillas de una guía telefónica. Al principio me sentí profundamente criticado y ofendido por lo que había dicho mi padre. Pero después de una reflexión más profunda, lo "entendí".

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Mi padre viene de una época muy diferente en la práctica de la psicoterapia, cuando los terapeutas no anunciaban nada, y mucho menos mostraban una foto personal.

¡Vaya, cómo ha cambiado el panorama para los terapeutas desde entonces! Algunos de nosotros tenemos sitios web (con fotos, papá), algunos de nosotros nos enumeramos en directorios (nuevamente, con imágenes), algunos de nosotros usamos plataformas de redes sociales y algunos de nosotros escribimos y escribimos blogs. Algunos de nosotros hemos descubierto formas de generar ingresos pasivos para complementar nuestras prácticas terapéuticas.

¿Qúe significa todo esto? Significa que los terapeutas son más visibles que nunca en la historia de este campo de trabajo. Sin embargo, el cambio en el panorama no ha ocurrido sin controversia en torno a cuestiones de divulgación personal, límites entre terapeuta y cliente y la "huella digital" que se deja en línea, que no se puede eliminar fácilmente.

Dado que esta es la era de la información (aunque a veces la "sobrecarga de información"), la gente quiere saber un poco sobre quién podría convertirse en su terapeuta. No estoy sugiriendo que los terapeutas expongan sus historias de vida en sus sitios web personales, sino que logren un equilibrio entre desmitificarse a sí mismos y permanecer en su zona de confort ético.

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La otra noche, cuando mi padre había ido a cenar, se acercó a mí y me dijo: "Oye, Lis, me gustaría hacerte algunas preguntas sobre cómo hacer un sitio web". Esta vez fui yo quien ladeó ligeramente la cabeza y lo miré con recelo. Explicó con entusiasmo que quiere que su propio sitio web coloque todos sus artículos en un solo lugar.

Por un momento recordé cinco años atrás hasta el día en que nos sentamos en el patio y él reprendió mis esfuerzos en línea. Este recuerdo fue seguido rápidamente por una oleada de validación sabiendo que debió haber decidido que lo que he estado haciendo todo este tiempo tiene algún mérito. (¿No es cierto cuánto queremos la validación de nuestros padres?)

"Pero", aclaró. "Ninguna foto mía".

En ese momento, se unieron dos eras de psicoterapia, bueno, más o menos.

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