Las relaciones saludables con los demás comienzan con uno mismo
Todos tenemos en nuestra mente una imagen de la mejor versión posible de nosotros mismos. A este yo lo llamamos el "yo ideal". El yo ideal representa nuestros valores más altos, nuestro potencial total, todo lo que nos esforzamos por ser y las metas que nos fijamos.
Luego está el "yo real", que representa la realidad de dónde nos encontramos en nuestro desarrollo. Es la verdad real de cómo nos comportamos día a día, nuestras limitaciones, debilidades y fortalezas.
Imagina estos dos como un diagrama de Venn. En un círculo, el "yo ideal", superpuesto parcialmente a otro círculo, el "yo real". Cuando la relación entre estos dos círculos es saludable y la superposición entre ellos es lo suficientemente sustancial. Los dos trabajan juntos en un crecimiento incremental. El yo ideal impulsa nuestro crecimiento hacia adelante, persuadiéndonos siempre de alcanzar nuestras metas. Mientras que el yo real nos mantiene anclados en la realidad de nuestra situación y nuestras limitaciones concretas en ese momento.
Cuando la relación entre estos dos no es saludable, la superposición entre ellos es muy delgada o incluso inexistente. Cuanto mayor es la incongruencia entre estos dos seres, más conflicto interno experimentamos. La discrepancia causa mucha ansiedad y es posible perder el contacto por completo con ambas partes de nuestro ser.
Si perdemos una percepción saludable de nuestro yo ideal y nuestro yo real, nuestro crecimiento se paraliza. Cuando no podemos relacionarnos con nosotros mismos de una manera saludable, también se vuelve cada vez más difícil relacionarnos con los demás de una manera saludable.
La psicoanalista alemana Karen Horney (pronunciada "ORE-nye") teorizó que cuando la discrepancia entre nuestro yo ideal y nuestro yo real se vuelve demasiado grande y no podemos relacionarnos con los demás de una manera saludable, adoptamos una de tres soluciones para afrontar la situación social :
- Muévete hacia los demás, lo que hace que seamos modestos. Quienes adoptan esta solución parecen mansos, tímidos y hacen grandes esfuerzos para hacerse pequeños o invisibles. Tienen dificultad para desarrollar sus propias opiniones y se aferran a los demás en busca de seguridad y apoyo. Tienen una tendencia a adoptar una mentalidad de “manada”, anclándose en el movimiento de la mayoría más que en su propia individualidad.
- Moverse en contra de los demás, lo que nos hace ser autoexpandibles. Quienes adoptan esta solución se posicionan en desacuerdo con los demás. Pueden volverse agresivos o defensivos fácilmente. Tienen la necesidad de inflar su ego para apoyar su autoestima, a menudo tomando el control de las situaciones o dominando a los demás. Hay varios subtipos de esta forma de ser, incluido el narcisismo, el perfeccionismo o personalidades arrogantes y vengativas.
- Aléjate de los demás, provocando resignación. Aquellos que adoptan esta solución se vuelven distantes, evitativos e indiferentes. Se niegan a involucrarse emocionalmente en alguien o en algo, y a menudo se comportan de manera solitaria. Su aislamiento a veces los hará actuar con actos de rebelión al azar. De lo contrario, consumidos por su negación, evitan por completo interacciones y enfrentamientos.
Es fácil imaginar el conflicto interpersonal que puede causar cualquiera de estas soluciones. El aumento de experiencias sociales negativas puede servir para reforzar estas formas de ser, alejando a la persona cada vez más de una perspectiva sana y de unas relaciones sanas.
Sin embargo, teniendo en cuenta que estas soluciones surgieron primero de un conflicto interno, parece que la mejor manera de reconectarse socialmente con los demás de una manera saludable es primero reconectarse contigo mismo para crear una mayor congruencia entre tu yo real y tu yo ideal.
¿Cómo se puede lograr esto?
Primero, debes definir el yo ideal y el yo real. ¿Cuáles son tus metas? Quien quieres ser? ¿Son sus metas realistas y alcanzables? ¿Cuáles son sus verdaderas limitaciones y fortalezas? Cuando se enfrenta a la oportunidad de actuar de acuerdo con sus objetivos, ¿qué decisiones toma realmente?
Luego, determine cómo puede lograr que esos dos yoes sean más congruentes entre sí. Tal vez no se trata de cambiar sus objetivos por completo, sino de dividirlos en pasos incrementales más pequeños. Crear un plan para usted es una excelente manera de ser deliberado sobre su crecimiento. También es una excelente manera de celebrar su crecimiento, porque puede verse a sí mismo teniendo éxito de maneras concretas.
Esto también aumentará su confianza en sí mismo y su autoestima. Cuando comprendemos mejor nuestro propio crecimiento, nos sentimos más capaces. Sentirnos más capaces no solo nos ayuda a seguir logrando nuestras metas, sino que también nos ayuda a combatir los sentimientos negativos cuando luchamos con un desafío.
Si se encuentra luchando socialmente, puede ser el momento de volver a conectarse con usted mismo y con su propio crecimiento. Una conexión saludable con uno mismo nos ayuda a mantener una conexión saludable con los demás.