Mil cortes
Pasamos por nuestra vida cotidiana con el dolor de mil cortes.
Comenzaron cuando teníamos tan solo 2 años, y nos dijeron "No" cuando le pedimos a nuestra mamá más dulces. Corta uno. Luego otra vez cuando queríamos jugar en la tierra. Corta dos. Luego, cuando nos enojamos por no habernos salido con la nuestra cuando teníamos 5. Corta tres. Nuestra primera discusión con nuestro mejor amigo. Nuestra primera ruptura. Nuestra primera decepción académica. Nuestro primer error en los deportes. Nuestra primera actuación horrible en un examen. En el gimnasio. Para una presentación oral. Nuestra primera entrevista de trabajo.
No siempre los sentimos profundamente cuando ocurren por primera vez. A veces, un pequeño corte apenas se siente, pero luego se vuelve más y más profundo con el tiempo. Algunas personas nunca superan algunos de sus cortes. Muchos se quitan la vida porque el corte, en lugar de sanar, se convirtió en una herida tan grande que consumió toda su vida.
Los recortes se suman. Antes de que te des cuenta, estás en la veintena y los cortes comienzan a arrastrarte un poco hacia abajo. Algunos de nosotros tenemos algo que se llama "resistencia", lo que significa que nos recuperamos mucho más rápido de los recortes y no duelen tanto. Otros no tienen tanto de esto, o lo tuvieron al mismo tiempo y lo perdieron lentamente con el tiempo. Los psicólogos aún no comprenden bien la resiliencia, pero tener más hace la vida más fácil.
Los recortes cobran su precio en nuestras vidas. Nos tambaleamos por la decepción, la pérdida, los sentimientos de no ser tan buenos como pensábamos (o nos lo dijeron nuestros padres u otras personas). Sentimos el dolor agudo del corte y parece que nunca más nos sentiremos “normales” o felices. A veces, un corte puede hacernos desesperados, sin futuro.
Creo que algunos recortes son más profundos que otros, por ejemplo, nuestra primera relación seria que termina, o la pérdida de un padre, mejor amigo o familiar querido. Puede ser difícil (y tal vez, en algunos casos, incluso imposible) recuperarse de tales cortes. Nunca se curan, simplemente aprendemos a vivir con ellos.
Todos estos recortes hacen todo lo posible por enseñarnos cosas. Un corte por no obtener lo que queremos nos recuerda que la vida está llena de decepciones y que debemos aprender a apreciar mejor lo que ya tenemos. Un corte sobre la ruptura de una relación nos recuerda la naturaleza fugaz del amor y el deseo humanos, y que si una relación no se nutre a diario, como cualquier flor de nuestro jardín, puede marchitarse y morir. Un corte sobre perder un trabajo o tener un mal desempeño en una entrevista puede mostrarnos que la carrera o el puesto que pensamos que necesitábamos quizás no era tan claro como imaginamos, lo que sugiere una reevaluación de nuestras habilidades y metas. Un corte de la muerte de una persona cercana es un simple recordatorio de la brevedad de nuestra vida aquí.
Podemos elegir aprender de estos miles de cortes, o podemos optar por ignorarlos y simplemente soportar el dolor. Algunos eligen el último camino y van por la vida con el peso de mil cortes sin curar que los agobian. ¿Cómo pueden vivir con tanto dolor? Pocos pueden, muchos optan por poner fin a su propio dolor o recurren a otras respuestas (como la religión). Pero aún así, es difícil vivir con tantos recortes.
Otros optan por aprender de los cortes y dejar que se curen. Aprender de tal dolor no siempre es fácil ni rápido. A veces puede llevar tiempo: semanas, meses e incluso años. Pero aprender nos enseña el valor de la vida y lecciones sobre la vida que cuanto antes aprendemos, más agradable (y vivible) se vuelve la vida. El dolor se transforma en conocimiento y, la mayoría de las veces, en autoconocimiento. Y el autoconocimiento es empoderador.
Pasamos por nuestra vida cotidiana con el dolor de mil cortes. Pero una vez que aprendemos que esos cortes están tratando de enseñarnos algo, el dolor disminuye. El corte se cura. Y nuestras vidas se vuelven completas de nuevo.