Trastorno de estrés postraumático en niños

La comunidad de salud mental ha llegado a comprender que el trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede ser tan común en niños como en adultos. Se ha demostrado que lo que comenzó como un trastorno principalmente de los veteranos de combate afecta a numerosos sobrevivientes de traumas en muchas situaciones.

El trauma se presenta de muchas formas. Un niño podría quedar traumatizado por un evento importante, como abuso físico o sexual, un accidente automovilístico o presenciar un evento horrible. Esos son los más fáciles de identificar. Pero los niños también pueden quedar traumatizados por un conglomerado de estrés tóxico diario, como vivir en la pobreza, el acoso constante o mudarse a un lugar muy diferente a su ubicación geográfica anterior (choque cultural).

Puede ser difícil para los padres y cuidadores saber cuándo un niño está teniendo una reacción normal al estrés y cuándo podría ser algo más. El trastorno de estrés postraumático en los niños más pequeños puede presentarse de diversas formas a través de una variedad de síntomas, como aumento de la tristeza, retraimiento o agresión. Como se mencionó, muchos de estos síntomas son comunes en otras afecciones y enfermedades de la infancia, y ocasionalmente pueden ser solo parte del desarrollo normal.

Pero hay diferencias clave y señales que debe buscar. Esté atento a los cambios repentinos en su hijo. Los niños que de repente comienzan a quejarse con frecuencia de sentirse enfermos o de no querer realizar actividades que solían disfrutar, pueden estar inconscientemente señalando una respuesta al trauma y un grito de ayuda adicional. Además, los cambios en los patrones de sueño, las pesadillas frecuentes y la disminución o aumento del apetito también ocurren a menudo en una respuesta al trauma por TEPT.

Hay otras señales que los padres pueden buscar. Primero, observe el juego de su hijo. Los niños pequeños a menudo usan el juego para decir lo que no encuentran la manera de decirlo con palabras. Busque cambios en el juego, como un aumento de la agresión o una menor tolerancia a la angustia.

Los padres también pueden guiar las actividades de juego y utilizar algunas técnicas utilizadas por los profesionales de la salud mental para monitorear las respuestas al trauma. Por ejemplo, pídale a su hijo que haga un dibujo o actúe una escena con muñecos o títeres. Si el niño se refiere a algo que posiblemente le haya resultado traumático a través de la actividad, es posible que tenga dificultades para procesar el trauma. Es posible que desee buscar el consejo de un profesional calificado para una evaluación adicional.

Las regresiones en el desarrollo pueden ser una segunda señal de advertencia de que algo está sucediendo.Por ejemplo, su hijo de forma espontánea ya no quiere dormir en su propia habitación, o de repente le tiene miedo a la oscuridad. Mojar la cama con frecuencia puede ser otro signo para explorar. Estos cambios de comportamiento a menudo son el resultado de un trauma que necesita una mayor intervención.

Es importante que los padres recuerden que los niños pequeños no siempre usan palabras para transmitir mensajes. Como tal, los padres y cuidadores deben convertirse en detectives. Controle los comportamientos de su hijo. Esté atento a las señales que sugieran que podrían estar sucediendo más cosas que los procesos de desarrollo normales. Comuníquese con su pediatra o un profesional de la salud mental si cree que existe un motivo de preocupación.

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