El costo de ser el perro guía

Lewis Grizzard dijo una vez: "Si no eres el perro guía, la vista nunca cambia". ¡Qué cita tan inspiradora y motivadora! ¿O es eso?

La dirección en la que nos lleven palabras como estas depende de nuestras experiencias vividas y nuestra percepción de nosotros mismos. Cuando mi abuelo me dio por primera vez esta cita en un adorno de escritorio, inmediatamente fui validado e inspirado para ser grandioso. Sin embargo, el costo viene cuando nuestra visión se fija en ser el perro guía y ciega el resto de nuestra experiencia.

Ser un hombre en esta sociedad se ha definido como ganarnos nuestro lugar. Hacerlo, y ser conocido por ello de alguna manera, es tener éxito. Imagínese lo que se necesita para llegar a la cima en un mundo vertiginoso, impulsado por los medios y dependiente de la gratificación instantánea. Muchos buscan validación externa, mirando a los demás para determinar cuán grandes somos. Una y otra vez, esto se convierte en un problema para nuestra sociedad.

En este sentido del yo, aprendemos nuestras identidades de los demás. Si no nos desempeñamos al nivel esperado por otros, o si otros pierden interés por un desempeño mayor y mejor, ¿dejamos de ser relevantes, o peor, de existir?

No hay nada de malo en ser el líder, o incluso en participar en una competencia sana. Sin la ansiedad de competir con uno mismo o con los demás, es poco probable que muchos descubran su potencial más allá de los límites asumidos. Sin embargo, la competencia interminable, la gratificación instantánea y la validación externa que cobran cuando son nuestros únicos motivadores es bastante exigente.

Nos estresamos y nos abrumamos. Nuestro sentido del yo pasa a depender únicamente de tener razón o estar en la cima. Este sentido del yo y el estilo de vida disminuye la tolerancia a la irritabilidad y los factores estresantes diarios, lo que lleva a reacciones automáticas destinadas a hacer desaparecer los factores estresantes.

Muchos hombres saben cómo se ve esto, independientemente de si están abiertos a reconocer externamente esta experiencia. Estas experiencias son donde se burla de su pareja o hijos. Nota que está enojado con más frecuencia de lo habitual. Las cosas que solía disfrutar parecen menos atractivas o incluso agotadoras.

La gente te acusa de ser una persona enojada, lo que se siente insultante y la ira crece. Las otras personas te están haciendo enojar, ¿verdad? Si simplemente dejaran de hacer lo que sea que te enoja, todo estaría bien, ¿verdad? Bueno, por muy correcto que parezca, no es del todo exacto.

¿Que pasó? Su cerebro ha formado nuevas vías neuronales, lo que hace que ahora responda automáticamente a factores estresantes o molestias menores con reacciones vastas y grandiosas: insultar, menospreciar, manipular o gritar.

¿Qué puedes hacer? Bueno, cuando los chicos enojados vienen a verme, echamos un vistazo a lo que está sucediendo ahora y lo familiar que se siente. Buscamos patrones y encontramos dónde y por qué comenzaron esas reacciones automáticas negativas, que es solo el comienzo. Luego viene la autoaceptación: aprender que eres lo suficientemente bueno en este momento.

Trabajar hacia la mejora es un proceso y lo logrará. Tener un sentido de validación y logro desde adentro es crucial. Sabes quién eres y quién quieres ser. Utilice la crítica y la validación externas como información: cuán cerca está de la totalidad que le hace feliz. Haga los ajustes necesarios y agradezca lo que es ahora.

La felicidad no depende de nadie más. En este proceso, aprende que no siempre es necesario tener razón. De hecho, se puede sentir mucha felicidad sin tener razón. Seamos realistas, eres humano y no siempre puedes tener la razón. Cuando comiences a reconocer esta realidad, es posible que otros estén más dispuestos a reconocerte y validarte cuando estás en lo correcto.

Finalmente, hay algunas habilidades básicas que animo a todos a usar.

  • Detener. Incluso una pausa de tres segundos puede ayudarlo a tomar una decisión más saludable. Si puede alejarse de la situación, hágalo. A veces no puedes, y está bien.
  • Respire durante cinco segundos, mantenga durante tres segundos. Exhala durante ocho a 10 segundos, mantén durante tres segundos. Repita hasta que sus músculos se relajen, la frecuencia cardíaca disminuya para calmarse y la respiración se vuelva lenta y fácil.
  • Imagina e imagina un lugar tranquilo y seguro: real, imaginario o una combinación de ambos.
  • Apriete un objeto pequeño y suave, como una pelota antiestrés, hasta que note que el ritmo y la presión del apretón coinciden con el ritmo y la presión calmados, lentos y relajados de su respiración, músculos y frecuencia cardíaca.

Las habilidades son solo una parte de la ecuación. Por sí solos, no le ayudarán a aprender a sentirse cómodo con el estrés o las emociones difíciles. Si tiene problemas para controlar su ira, considere acudir a un profesional de la salud mental para obtener ayuda.

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