4 razones para perdonar pero no olvidar

Todos hemos escuchado la advertencia "necesitas perdonar y olvidar". Muchos de nosotros escuchamos esto cuando éramos niños de nuestros padres cuando un hermano o un amigo nos había hecho daño. Nos dijeron que pusiéramos la otra mejilla y les diéramos otra oportunidad a nuestros amigos.

Algunos de nosotros aprendimos que la idea detrás de esto era la regla de oro: hacer a los demás lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros. Como los padres se apresuran a señalar, ciertamente hemos sido culpables de cometer nuestras propias transgresiones y de necesitar perdón.

Nuestros padres no se equivocaron. Saber perdonar a alguien es una habilidad esencial para la vida. Nos sirve bien en nuestras vidas amorosas y relaciones profesionales. Salva amistades y restaura nuestra fe en nuestros hijos. Y definitivamente nos beneficiamos cuando aquellos en nuestras vidas son capaces de perdonarnos cuando inevitablemente cometemos errores.

Perdonar y olvidar es genial en teoría, pero en realidad es difícil. A continuación se presentan cuatro razones por las que es importante perdonar pero no olvidar.

  1. Perdonar es fundamental para nuestra salud emocional. Al negarnos a perdonar a alguien, elegimos aferrarnos a toda la ira y la amargura que sus acciones han creado. Cuando elegimos aferrarnos a esta ira y dejar que nos coma, puede volvernos irritables, impacientes, distraídos e incluso enfermos físicamente. El perdón se trata de nosotros y no de la otra persona. No perdonamos a otras personas porque se lo merecen. Si esa fuera la prueba de fuego de cuándo perdonar, rara vez sucedería. En cambio, elegimos perdonar a aquellos que nos han lastimado porque no podemos dejar ir por completo las emociones destructivas dentro de nosotros hasta que lo hagamos. El perdón no es una cuestión de justicia; es un problema del corazón.
  2. Podemos aprender de experiencias pasadas. Necesitamos tomar lo que podamos aprender, ser conscientes de la lección y seguir adelante. Esto puede significar seguir adelante con o sin la persona que nos lastimó. Incluso en medio de la situación, podemos aprender algo sobre nosotros mismos: qué es lo que nos empuja, dónde podemos tener sensibilidades y cómo manejamos el hecho de que alguien que nos importa nos lastime. Con este nuevo conocimiento, estamos mejor equipados para las relaciones futuras y los conflictos inevitables que vendrán con ellas.
  3. Perdonar puede fortalecer nuestras relaciones. Todas las relaciones se pueden restaurar, e incluso profundizar y prosperar, no a pesar de lo que sucedió en el pasado, sino gracias a ello. El acto de perdonar fortalece el compromiso de las personas con una relación sana. Y se comprometen más a no permitir que se produzcan en el futuro conflictos que causen divisiones y daños.
  4. Nos protegemos de volver a ser víctimas del mismo delito. No está bien pensar demasiado en lo que sucedió y repetirlo con regularidad. En cambio, debemos recordar lo que nos sucedió para evitar que vuelva a suceder. El hecho de que hayamos perdonado a alguien no significa que elegiremos mantenerlo en nuestras vidas. A veces, lo más saludable que podemos hacer es perdonarlos y luego seguir adelante sin ellos. Es importante que no nos permitamos ser objeto repetidamente del mismo maltrato. Por lo tanto, es absolutamente esencial que aprendamos de lo que sucedió para prepararnos para un mejor resultado en el futuro.

Es muy valioso dominar la habilidad de perdonar pero no olvidar. Cuidarnos bien de nosotros mismos requiere el perdón regular de los demás. Recuerde, lo hacemos por nosotros, no por ellos. Y no nos obsesionamos, pero tampoco nos olvidamos, por lo que podemos llevarnos las valiosas lecciones de vida.

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