Cuando el conflicto se vuelve peligroso

Todas las parejas pelean. Es perfectamente sano y normal. Los desacuerdos son una parte natural de las relaciones, e incluso si estás profundamente enamorado, algún nivel de conflicto es inevitable. De hecho, evitar los conflictos hace más daño que bien. Dejar que la ira y el resentimiento se acumulen es una receta infalible para los problemas.

Sin embargo, las discusiones constantes pueden ser una señal de alerta de que está sucediendo algo más profundo, especialmente si el mismo tipo de problemas siguen apareciendo. No los ignore. Debe tomar medidas, y cuanto antes, mejor.

A menudo, las discusiones son el resultado de frustraciones reprimidas por sentir que no te escuchan, comprenden o aprecian. Algo peligroso de hacer en estas situaciones es comenzar con una acusación, como "¡nunca me escuchas!" La gente suele criticar como una forma de expresar sus necesidades. Intente expresar su lenguaje en términos de cómo se siente, en lugar de atacar.

Una forma de hacer esto es comenzar una declaración con "yo" en lugar de "tú": "A veces me siento ignorado, y esto me hace sentir frustrado e infeliz". Anime a su pareja a responder con sus sentimientos a cambio. Abrir un diálogo de esta manera conducirá a una mayor comprensión y voluntad para encontrar una solución en ambas partes.

Evite echarle la culpa. La culpa solo hará que tu pareja se ponga a la defensiva. Puede haber ocasiones en las que la discusión que ambos pensaban que estaban teniendo era, de hecho, sobre algo completamente distinto, algo mucho más profundo. Este es un descubrimiento valioso, y uno que nunca hará si ambos están jugando el juego de la culpa.

Mantenga su actitud y sus palabras sin confrontar y llegará a la raíz de un problema mucho más rápido.

El solo hecho de escuchar y sintonizarse con el estado mental de su pareja puede ayudar a descubrir problemas que podrían estar surgiendo bajo la superficie desde el principio. Algunas personas son menos comunicativas y es posible que deba hacer un mayor esfuerzo para que hablen.

Preste atención a pistas como respuestas de una palabra, tono de voz moderado o forzado, o negarse a hacer contacto visual. Si siente que algo está molestando a su pareja, inicie una conversación. Es importante no dejar que las cosas se intensifiquen. Elija sus palabras y su tiempo con cuidado.

Expresar simplemente su deseo de escuchar puede animar a su pareja a abrirse. Déjelo hablar libremente, sin interrupciones. Entonces pueden embarcarse juntos en el siguiente paso, la resolución.

Si los enfrentamientos parecen delinear las diferencias entre ustedes de manera más clara de lo que le gustaría, recuerde las cosas que a ambos les encantan. Centrarse en un terreno común puede ser un punto de partida valioso cuando se atasca en una rutina conflictiva. ¿Qué intereses o actividades compartes? ¿Qué los hace reír a ambos? ¿Qué sueños ambos aprecian? Tómese el tiempo para volver a conectarse con estas cosas. Le ayudará a recuperar la claridad y la perspectiva que tanto necesita, especialmente si sus desacuerdos tienden a girar en torno a trivialidades.

El conflicto es inevitable; lo importante es cómo lo abordas. Tenga una conversación con su pareja en la que establezca ciertas reglas básicas que describan cómo abordará los conflictos y los resolverá cuando surjan. Pueden ser tan simples como no irse a la cama enojado o decir un positivo por cada negativo. Establecer límites y aceptar mantener la discusión confinada dentro de los límites del tema evitará que ambos recurran a insultos o ataques.

Si uno o ambos sobrepasan estos límites, mantén la cabeza. Recuérdele a su pareja de manera suave pero firme su acuerdo. Esto los anima a ambos a dar un paso atrás y adoptar un enfoque más tranquilo y productivo.

Cuando te metes en una discusión, es fácil que tu percepción se convierta en una mentalidad de "yo contra tú". Pero recuerda que tú y tu pareja son un equipo. Él o ella es tu amigo, no tu enemigo. Abordar el conflicto con una actitud de cooperación, en lugar de oposición, puede cambiar drásticamente su perspectiva. Si estás en el mismo equipo, no importa quién gane.

En última instancia, no debe preocuparse por un conflicto. Es el ciclo interminable de frustración y culpa lo que eventualmente los desgastará a ambos. Si ha intentado todo lo anterior y nada parece funcionar, entonces buscar la ayuda de un terapeuta de parejas capacitado puede ser la respuesta.

Si estás dispuesto a escuchar, a sentir empatía y a perdonar, incluso las peleas más amargas pueden tener un final feliz. Sin el catalizador del conflicto, es posible que esos problemas profundos y tácitos que envenenan una relación nunca salgan a la luz. Acéptelos y trátelos como una fuerza constructiva, en lugar de peligrosa. Puede ser lo mejor que pueda hacer por su relación.

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