La agresión de los niños puede estar arraigada en la genética, pero moderada por el entorno
En un nuevo estudio canadiense, investigadores de la Université de Montréal se propusieron investigar los factores genéticos y ambientales en la infancia que pueden ser responsables del comportamiento agresivo.
Observaron 555 pares de gemelos para comparar las incidencias de comportamiento agresivo proactivo y reactivo. Sus hallazgos muestran que, a los 6 años, ambos tipos de agresión comparten la mayoría de los mismos factores genéticos, pero el comportamiento tiende a disminuir en la mayoría de los niños a medida que crecen.
La agresión proactiva se define como un comportamiento físico o verbal destinado a dominar o obtener una ventaja personal a expensas de los demás. La agresión reactiva se refiere a una respuesta defensiva a una amenaza percibida. Si bien algunos niños solo exhiben comportamientos agresivos reactivos, la agresión proactiva y reactiva generalmente están estrechamente relacionadas.
"Con demasiada frecuencia olvidamos que la agresión es una parte fundamental del desarrollo social de un niño pequeño", dijo el investigador Stéphane Paquin, Ph.D. candidato a sociología en Montreal.
Los investigadores también encontraron que, entre las edades de 6 y 12 años, cualquier aumento o disminución en la agresión parece estar influenciado por varios factores ambientales más que por la genética.
“Los seres humanos muestran los niveles más altos de comportamiento agresivo hacia sus compañeros entre las edades de 2 y 4 años. A medida que los niños crecen, aprenden a manejar sus emociones, comunicarse con otros y lidiar con conflictos. Son capaces de canalizar sus impulsos agresivos, ya sean proactivos o reactivos ”, dijo Paquin.
Los gemelos del estudio incluyeron 223 grupos de gemelos monocigóticos (con un código genético idéntico) y 332 grupos de gemelos fraternos, lo que permitió a los investigadores determinar si las diferencias individuales observadas en la agresión proactiva y reactiva se debían a factores genéticos o ambientales.
Las conductas agresivas de los niños fueron evaluadas y documentadas en un informe por sus maestros a las edades de 6, 7, 9, 10 y 12 años.
Los hallazgos del estudio también revelan que los factores genéticos que influyen en la agresión a los 6 años son diferentes de los asociados con los cambios en el comportamiento hasta los 12 años. Esto sugiere que se está produciendo un proceso de maduración genética común, incluida la maduración de funciones cognitivas como la planificación, toma de decisiones, control y concentración.
Con estos resultados, los investigadores ahora pueden pasar a estudiar los factores sociales específicos relacionados con los cambios en la agresión proactiva y reactiva en la infancia.
“Este trabajo también tendrá un impacto directo en las prácticas clínicas y los programas de prevención”, dijo Paquin. “Nuestros resultados han revelado la importancia de desarrollar diferentes métodos de prevención de la agresión reactiva y proactiva, específicamente ofreciendo apoyo a las familias y brindando intervenciones en las escuelas”.
Fuente: Université de Montréal