La ciencia explica por qué las sonrisas son infecciosas
Es bien sabido que las sonrisas son contagiosas. Sonreír hace que todos en la habitación se sientan mejor porque, consciente o inconscientemente, están sonriendo contigo.
La investigación emergente sugiere que un instinto para la mímica facial nos permite sentir empatía e incluso experimentar los sentimientos de otras personas. Si no podemos reflejar el rostro de otra persona, limita nuestra capacidad para leer y reaccionar adecuadamente a sus expresiones.
Este concepto de reflejo emocional se analiza en un nuevo artículo que se encuentra en la revista Tendencias en las ciencias cognitivas.
En la revisión, Paula Niedenthal y Adrienne Wood, psicólogas sociales de la Universidad de Wisconsin, y sus colegas describen cómo las personas en situaciones sociales simulan las expresiones faciales de los demás para crear respuestas emocionales en sí mismas.
Por ejemplo, si estás con un amigo que parece triste, podrías "probar" esa cara triste tú mismo, sin darte cuenta de que lo estás haciendo.
Al "probar" la expresión de su amigo, le ayuda a reconocer lo que está sintiendo al asociarlo con momentos en el pasado cuando usted hizo esa expresión. Los seres humanos son capaces de extraer este significado emocional de las expresiones faciales en solo unos pocos cientos de milisegundos.
“Reflexionas sobre tus sentimientos emocionales y luego generas algún tipo de juicio de reconocimiento, y lo más importante que resulta es que tomas la acción apropiada: te acercas a la persona o la evitas”, dice Niedenthal.
“Tu propia reacción emocional al rostro cambia tu percepción de cómo ves el rostro, de tal manera que te brinda más información sobre lo que significa”.
Desafortunadamente, la capacidad de utilizar la mímica para interpretar las emociones a veces se ve comprometida.
Por ejemplo, la capacidad de una persona para reconocer y "compartir" las emociones de los demás se puede inhibir cuando no pueden imitar caras. Esto puede ocurrir por algo tan simple como el uso prolongado de un chupete o un síntoma relacionado con una afección neurológica. Esta es una queja común de las personas con parálisis facial por un derrame cerebral o parálisis de Bell, o incluso debido al daño en los nervios por una cirugía plástica.
Niedenthal señala que lo mismo no sería cierto para las personas con parálisis congénita, porque si nunca ha tenido la capacidad de imitar expresiones faciales, habrá desarrollado formas compensatorias de interpretar las emociones.
Las personas con trastornos sociales asociados con la imitación y / o deficiencias en el reconocimiento de emociones, como el autismo, pueden experimentar desafíos similares.
“Hay algunos síntomas en el autismo en los que la falta de imitación facial puede deberse en parte a la supresión del contacto visual”, dice Niedenthal. En particular, "puede ser socialmente demasiado estimulante entablar contacto visual, pero bajo ciertas condiciones, si fomenta el contacto visual, el beneficio es la mímica facial espontánea o automática".
Niedenthal dice que la investigación futura explorará los mecanismos cerebrales que ayudan con el reconocimiento de expresiones faciales.
Una mejor comprensión del mecanismo detrás de la simulación sensoriomotora, dice, nos dará una mejor idea de cómo tratar los trastornos relacionados.
Fuente: Cell Press / EurekAlert