Células nerviosas asociadas con el sueño dirigidas a los trastornos de ansiedad

Una nueva investigación sugiere que un grupo de células activadas durante el sueño de movimientos oculares rápidos (REM) es fundamental para la regulación del procesamiento de la memoria emocional.

Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (BUSM) dicen que su hallazgo podría algún día ayudar a conducir al desarrollo de terapias conductuales y farmacológicas efectivas para tratar los trastornos de ansiedad, como el trastorno de estrés postraumático, las fobias y los ataques de pánico.

Los resultados de la investigación se publican en Revista de neurociencia.

Los expertos explican que hay dos etapas principales del sueño, REM y no REM, y ambas son necesarias para mantener la salud y regular múltiples sistemas de memoria, incluida la memoria emocional.

El sueño no REM está asociado con la reparación y el mantenimiento, ya que el cuerpo repara los tejidos y mejora la función del sistema inmunológico del cuerpo.

Durante el sueño REM, el cerebro se vuelve más activo y los músculos del cuerpo se paralizan. Los sueños generalmente ocurren durante el sueño REM, así como eventos fisiológicos que incluyen movimientos sacádicos de los ojos y fluctuaciones rápidas de la respiración, la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal.

Un sello particular del sueño REM es la aparición de ondas pontinas fásicas (ondas P). La onda P es una onda cerebral única generada por la activación de un grupo de células que involucran al neurotransmisor glutamato. Este grupo en particular está en el tronco del encéfalo en una estructura llamada protuberancia.

Los investigadores dicen que los recuerdos de experiencias atemorizantes pueden llevar a alteraciones duraderas en las emociones y el comportamiento, y el sueño juega un papel regulador emocional natural después de eventos estresantes y traumáticos.

La persistencia de los trastornos del sueño, en particular del sueño REM, predice el desarrollo de síntomas de trastornos de ansiedad.

Un síntoma central de estos trastornos que los pacientes informan con frecuencia es la persistencia de recuerdos que provocan miedo y que no pueden extinguir.

La intervención actual incluye con frecuencia la terapia de exposición, que implica una reexposición controlada a la experiencia aterradora original. Esta modalidad se considera uno de los tratamientos basados ​​en evidencia más efectivos para los trastornos de ansiedad.

La terapia de exposición produce una nueva memoria, llamada memoria de extinción, para coexistir y competir con la memoria temerosa cuando se vuelve a encontrar la señal / contexto temeroso.

La fuerza de la memoria de extinción determina la eficacia de la terapia de exposición. Un prerrequisito demostrado para el desarrollo exitoso de una memoria de extinción es el sueño adecuado, particularmente el sueño REM, después de la terapia de exposición.

Sin embargo, el sueño adecuado o aumentado por sí solo no garantiza universalmente su eficacia terapéutica.

"Dada la inconsistencia e imprevisibilidad de la terapia de exposición, estamos trabajando para identificar qué procesos durante el sueño REM dictan el éxito o el fracaso de la terapia de exposición", dijo Subimal Datta, Ph.D., director e investigador principal del Laboratorio de Sueño y neurociencia cognitiva y autor principal del estudio.

Los investigadores utilizaron el entrenamiento contextual de extinción del miedo, que funciona para apagar el miedo condicionado, para estudiar qué mecanismos cerebrales juegan un papel en el éxito de la terapia de exposición.

Los resultados del estudio mostraron que el entrenamiento de extinción del miedo aumentó el sueño REM. Sin embargo, sorprendentemente, solo el 57 por ciento de los sujetos retuvieron la memoria de extinción del miedo, lo que significa que no experimentaron el miedo, después de 24 horas.

Hubo un tremendo aumento de la actividad de la onda P fásica entre esos sujetos. Sin embargo, en el 43 por ciento de los sujetos, la actividad de la onda estuvo ausente y no pudieron retener la memoria de extinción del miedo, lo que significa que volvieron a experimentar el miedo.

“Los resultados del estudio proporcionan evidencia directa de que la activación de la actividad de la onda P fásica dentro del tronco del encéfalo, junto con la terapia de exposición, es fundamental para el desarrollo de la retención a largo plazo de la memoria de extinción del miedo”, dijo Datta.

Además, el estudio indica el importante papel que juega el tronco cerebral en la regulación de la memoria emocional.

Los investigadores piden que se realicen estudios futuros para explorar cómo activar este mecanismo para ayudar a desarrollar posibles tratamientos farmacológicos; estos podrían complementar la terapia de exposición para tratar mejor la ansiedad y otros trastornos psicológicos.

Fuente: Boston University Medical Center

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