Qué no decirle a una familia en duelo

Harold Kushner explica lo que no se debe decir a una familia en duelo en su clásico "Cuando le suceden cosas malas a la gente buena" usando como ilustración la historia de Job (el hombre fiel, justo y piadoso que pierde su ganado, su casa, sus sirvientes y niños, y tiene úlceras en todo el cuerpo). Habiendo perdido a su propio hijo, el rabino sabe muy bien lo que ayuda y lo que duele cuando trata de consolar a un amigo o familiar.

Los tres amigos que vinieron a consolar a Job obtuvieron puntuaciones terribles, y esta es la razón, según Kushner ...

Debido a que los amigos nunca habían estado en la posición de Job, no podían darse cuenta de lo inútil, lo ofensivo que era para ellos juzgar a Job, decirle que no debería llorar y quejarse tanto. Incluso si ellos mismos hubieran experimentado pérdidas similares, todavía no tendrían derecho a sentarse a juzgar el dolor de Job. Es difícil saber qué decirle a una persona que ha sido golpeada por una tragedia, pero es más fácil saber qué no decir.

Cualquier cosa que critique al doliente ("no te lo tomes tan a pecho", "trata de contener las lágrimas, estás molestando a la gente") está mal. Cualquier cosa que intente minimizar el dolor del doliente ("probablemente sea lo mejor", "podría ser mucho peor", "ella está mejor ahora") es probable que sea equivocada y no se aprecie. Cualquier cosa que le pida al doliente que disfrace o rechace sus sentimientos ("no tenemos derecho a cuestionar a Dios", "Dios debe amarte para haberte elegido para esta carga") también está mal.

Bajo el impacto de sus múltiples tragedias, Job estaba tratando desesperadamente de aferrarse a su amor propio, a su sentido de sí mismo como una buena persona. Lo último que necesitaba en el mundo era que le dijeran que lo que estaba haciendo estaba mal. Tanto si las críticas se referían a la forma en que estaba de duelo como a lo que había hecho para merecer ese destino, su efecto era el de echar sal en una herida abierta.

Job necesitaba simpatía más que consejos, incluso buenos y correctos. Habría un momento y un lugar para eso más tarde. Necesitaba compasión, la sensación de que otros sentían este dolor con él, más de lo que necesitaba explicaciones teológicas aprendidas sobre los caminos de Dios. Necesitaba consuelo psíquico, gente que compartiera su fuerza con él, abrazándolo en lugar de regañarlo.

Necesitaba amigos que le permitieran enojarse, llorar y gritar, mucho más de lo que necesitaba amigos que lo impulsaran a ser un ejemplo de paciencia y piedad para los demás. Necesitaba que la gente dijera: "Sí, lo que te pasó es terrible y no tiene sentido", no gente que dijera: "Anímate, Job, no es tan malo". Y ahí fue donde sus amigos lo decepcionaron.

La frase "consoladores de Job" se ha introducido en el lenguaje para describir a las personas que tienen la intención de ayudar, pero que están más preocupadas por sus propias necesidades o sentimientos que por los de la otra persona, por lo que terminan empeorando las cosas.

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