El poder de la bondad

Los últimos meses han sido duros para mí. He tenido algunos problemas con la depresión y la paranoia. Vivir con esquizofrenia es una montaña rusa e incluso los pequeños problemas pueden convertirse en crisis.

Esta depresión, sin embargo, me ha hecho sentir una profunda sensación de soledad. La paranoia me hace sentir excluido del mundo y es realmente difícil sentir que no importa a dónde vayas, nunca encajarás.

Esto me pesaba el otro día hasta que sucedió algo que me llamó la atención. Puso en mi rostro una sonrisa muy esperada y muy necesaria.

No fue nada grande, fue solo una pequeña muestra de gratitud que me reforzó la idea de que las personas pueden ser amables entre sí.

Conducía por la autopista, a punto de doblarme en una salida, y una mujer en el carril de al lado puso su intermitente para entrar en mi carril. Reduje la velocidad y la dejé entrar y lo siguiente que sé es que me está dando la ola más grande que he visto en mucho tiempo.

Normalmente, cuando dejo que alguien entre en mi carril, no saluda con la mano, ¿quizás una indicación de la desenfrenada desilusión de vivir en la sociedad actual? De todos modos, ella saludó y saludó como si lo dijera en serio. Le devolví el saludo y, antes de darme cuenta, una sonrisa apareció en mi rostro y dije: "¡Gracias por saludar!" Nadie me escuchó porque estaba solo en mi auto, pero el solo hecho de que esta mujer desconocida mostró tanta gratitud por algo tan simple restauró mi fe en la humanidad.

La paranoia me hizo pensar que todos eran fríos y de espíritu mezquino y me dije a mí mismo: "Hay gente amable en el mundo".

El objetivo de todo esto es ilustrar el hecho de que creo que es extremadamente necesario que nos tomemos el tiempo para mostrar amabilidad a los extraños. Un simple gesto o una palabra amable pueden tener un gran impacto para alguien, especialmente si lo está pasando mal.

Parece como si todos estuviéramos tan ocupados, tan preocupados por hacer las cosas o llegar a donde debemos estar, que nos olvidamos de que vivimos en este planeta con otras siete mil millones de personas. Estas son personas que en su esencia necesitan sentir que pertenecen. Necesitan sentir que no solo están ocupando espacio. Algunos de ellos lo están pasando mal. Muchos millones de ellos sufren depresión o paranoia. El simple gesto de un saludo o una sonrisa, una palabra amable o una muestra de gratitud puede demostrarles en un momento vulnerable que son valiosos.

En tiempos difíciles sigo recordando una historia de la que escuché Sopa de pollo para el alma donde, aunque los detalles son aproximados, se intercambió una palabra amable con un extraño en un tren. El extraño se estaba preparando para suicidarse y debido a esa amable palabra, su mundo cambió y optaron por seguir luchando.

El punto de todo esto es que nunca se sabe quién está luchando y es extremadamente fácil cambiar no solo el día de alguien sino también su vida con una muestra de bondad.

Ciertamente no es tan difícil ser amable con la gente. Si todos pudiéramos ser un poco más cariñosos con los extraños, nunca se sabe lo que podría suceder.

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