Lecciones de vida de una madre con enfermedad mental

Este es mi vigésimo segundo día de la madre. O el primero, dependiendo de cómo se mire.

Puedes leer mis experiencias como madre biológica aquí y aquí. La parte 3 es bastante más feliz: este es el primer Día de la Madre después de mi reunión ridículamente feliz con mi maravilloso hijo y sus igualmente maravillosos padres.

Es difícil decir mucho, principalmente porque los recuerdos de esos pocos días de diciembre son tan intensamente personales y las emociones aún tan crudas. No estoy listo para dejar que el mundo se entere de ellos. Lo que diré es que, por más mágico que fuera y por más curativo que fuera, no fue una panacea. En este momento, estoy en mi tercer combo de antidepresivos en dos meses, tratando de salir del episodio más reciente, solo para que sepa que incluso los eventos realmente alegres no curan instantáneamente las enfermedades mentales y los traumas de larga data.

Quería mencionar eso porque mayo también es el mes de la conciencia sobre la salud mental. Vi un titular el otro día que decía que la mayoría de los estadounidenses piensan que el estigma de las enfermedades mentales se está desvaneciendo. Yo diría que es una apuesta segura que esas son las personas que no lo padecen o conocen a nadie que lo padezca. Mi salud mental, directa o indirectamente, me ha costado todos los trabajos que he tenido, y ahora afecta incluso mi trabajo a tiempo parcial, en su mayoría desde casa. Créame, todavía hay mucho estigma para todos.

He tratado de ser franco sobre los dos temas más difíciles de mi vida porque creo de todo corazón en la educación. Los reporteros son realmente educadores, incluso si no se ven a sí mismos de esa manera: van a aprender sobre algo y luego corren la voz. Cada vida tiene una historia, me dijo una vez uno de mis reporteros favoritos. Y cada vida tiene al menos una historia que vale la pena compartir. Todo el mejor aprendizaje viene fuera de las aulas y los libros de texto.

De modo que he intentado contar mi historia, o dos tercios de ella, de todos modos, en nombre de las personas que tienen demasiado miedo o vergüenza para contar la suya. Espero que ayude; No tengo ni idea de si es así. Si necesitas a alguien con quien compartir el tuyo, mi bandeja de entrada está abierta las 24 horas del día, los 7 días de la semana en la siguiente dirección.

Abraza a tu mamá hoy, si puedes, y recuerda lo que ella siempre te dijo sobre no juzgar un libro por su portada. Nunca se sabe lo que realmente está pasando en la mente, el corazón y el alma de las personas. Actuar en consecuencia.

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