Perdiendo nuestro miedo al descanso

Últimamente he tenido dificultades para escribir las publicaciones del "Lunes consciente" porque en estos días soy lo opuesto a consciente.

¿Sabes cómo hablan los monjes budistas sobre los monos que se balancean del cerebro y cómo necesitas domesticarlos? Bueno, mis monos acaban de ver un gimnasio en la jungla dentro de un McDonald's y se lo están pasando en grande. No creo que se vayan a asentar pronto.

Pobre de mí. Citaré a un tipo que domina esta cosa consciente: Howard Thurman, quien murió en 1981, y era un místico, teólogo, ministro y activista. Su abuela, que lo crió con su madre, fue esclava y fue, para él, un gran ejemplo de valentía y fe. De todos modos, aquí está sobre la importancia del descanso y nuestro miedo.

Debemos encontrar fuentes de fortaleza y renovación para nuestro propio espíritu, no sea que perezcamos. Existe un reconocimiento generalizado de la necesidad de refrescar la mente y el corazón. Es muy conveniente hacer algunas sugerencias concretas a este respecto. Primero, debemos aprender a estar callados, a sentarnos en un lugar durante un rato. En algún momento de cada día, todo debe detenerse y se debe practicar el arte de estar quieto. Para algunos temperamentos, no será fácil porque todo el sistema nervioso y el cuerpo se han adaptado a lo largo de los años a la actividad, a funciones abiertas y tensas. Sin embargo, el arte de estar quieto debe practicarse hasta que el desarrollo y el hábito estén seguros ...

Estos períodos pueden ser arrebatados a las codiciosas demandas del trabajo diario. Pueden estar en una isla en un mar de otros seres humanos; pueden llegar sólo al final del día o en el silencio de la madrugada. Debemos, cada uno de nosotros, encontrar su propio tiempo y desarrollar su propio arte peculiar de estar en silencio.

Debemos perder nuestro miedo al descanso.

Algunos de nosotros mantenemos la moral estando siempre ocupados. Hemos convertido la acción febril en un fetiche. Desarrollamos nuestro propio sentido de seguridad al tratar de proporcionar un contrato implacable y ventajoso entre nosotros y los demás mediante las actividades intensas y febriles en las que estamos comprometidos. En realidad, esas personas tienen miedo al silencio. Una vez más, la mayoría de las actividades se convierten en un sustituto del núcleo de propósito y dirección que tanto esfuerzo ha ganado. Llegará el momento en que todas las actividades sean deprimentes y pesadas, y la temida pregunta: "¿De qué sirve?" tendrá que ser afrontado y tratado. El primer paso en el descubrimiento de fuentes de fuerza y ​​renovación es desarrollar el arte de estar quieto, el cese físico y mental del batido. Eso no es todo, pero es el punto en el que comenzamos.

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