Deje espacio para la sabiduría en su vida inteligente

La "inteligencia" está de moda. Los estudiantes toman pruebas estandarizadas en toda la escuela para medir la inteligencia, y construimos máquinas impulsadas por inteligencia artificial para ayudarnos a hacer nuestro trabajo. Parece que valoramos la inteligencia por encima de todo.

Esto es comprensible. Después de todo, la "inteligencia" en ambos ejemplos es medible y procesable, y parece proporcionar una cierta cantidad de claridad. Sin embargo, la "inteligencia" en este sentido no es necesariamente un requisito previo para el éxito. Como señala la psicóloga Angela Duckworth, todo lo que demuestran las pruebas de inteligencia es el rendimiento en las pruebas de inteligencia; no reflejan la inteligencia fundamental.

En 1982, la psicóloga Dra. Vivian Clayton definió la inteligencia como "la capacidad de pensar lógicamente" y de "conceptualizar y abstraerse de la realidad". La sabiduría, por otro lado, la definió como "la capacidad de captar la naturaleza humana, que es paradójica, contradictoria y sujeta a cambios continuos".

En resumen, la distinción de Clayton entre los dos es que la inteligencia es la comprensión de cómo hacer las cosas, mientras que la sabiduría requiere comprender que un proceso lógico paso a paso rara vez funciona en la vida sin una iteración constante. En esta era de los trucos de la vida y las plataformas inteligentes, nos hemos obsesionado con el pensamiento mecanicista, descubrir la mejor manera de hacer las cosas, pero en el transcurso de hacerlo, nos hemos vuelto ciegos al potencial de la sabiduría.

Encontrar el valor de la sabiduría

La inteligencia en sí misma tiene características latentes y en su mayoría no observables; es inútil sin contexto. Un sistema "inteligente", después de todo, es tan inteligente como los datos que está procesando. Alimente a un procesador de datos inteligente sin sentido y obtendrá sin sentido, aunque sea una tontería lógica. Además, la inteligencia no siempre explica qué factores realmente importan. Tenemos que usar nuestra intuición e iteración para encontrar soluciones a nuestros desafíos, por lo que la "inteligencia" a menudo llega a significar poco más que el seguimiento de reglas, y las reglas por sí mismas no siempre hacen avanzar nuestro progreso o agregan valor.

Por ejemplo, un amigo estaba viajando recientemente en un vuelo internacional. Llegó un minuto tarde para registrar el equipaje y, debido a las reglas de la aerolínea, tuvo que perder su vuelo. Fuera de contexto, estas reglas parecen útiles, incluso inteligentes. No puede haber personas que lleguen tarde y retrasen los vuelos todo el tiempo, y apresurarlos en el proceso de emisión de boletos y seguridad sería un peligro para la seguridad. Pero en este caso, la aerolínea perdió a un cliente fiel.

Las reglas inteligentes no siempre son reglas sabias, y la industria de las aerolíneas ha sufrido por ello. Entre 2000 y 2012, impulsado por la frustración de los consumidores con los vuelos, el mercado ferroviario de pasajeros entre Nueva York y Washington aumentó en un 38 por ciento, y el mercado ferroviario entre Nueva York y Boston aumentó en un 34 por ciento. Por supuesto, la seguridad es primordial, pero las reglas de las aerolíneas a menudo son aleatorias, no se examinan y están desconectadas de lo que tiene sentido. Por lo tanto, a menudo son imprudentes.

A pesar de la eficiencia y productividad que promete la inteligencia, es la sabiduría la que nos lleva a la realización real. En 2013, el científico del comportamiento Igor Grossmann y sus colegas encontraron que no existe una correlación entre la inteligencia y el bienestar; el razonamiento sabio, por otro lado, se correlaciona con una mayor satisfacción con la vida, mejores relaciones sociales, palabras más positivas utilizadas en el habla, menos rumia depresiva y mayor longevidad. Debido a que la sabiduría contiene una serie de variables complejas, incluidas las actitudes prosociales y el equilibrio emocional, también está asociada con un delicado equilibrio en el cerebro con respecto a nuestras emociones. La sabiduría es lo que amortigua una respuesta emocional cuando es excesiva y, a través de la autoconciencia, ejerce el autocontrol.

Las regiones del cerebro responsables de la sabiduría se superponen con las regiones responsables de la inteligencia, pero existen algunas diferencias. La sabiduría activa las regiones del cerebro involucradas en elpráctico aplicación de conocimientos y regiones que promuevan el bien social. También implica la integración de emoción y conocimiento. Esencialmente, la sabiduría agrega el contexto que la inteligencia necesita para ser útil.

3 formas de aplicar la sabiduría a tu vida

Si desea vivir con mayor bienestar y tener soluciones prácticas e integradas para los desafíos de la vida, deje espacio para más sabiduría en su vida, no solo más inteligencia. Para asegurarse de que está tomando decisiones acertadas, hágase estas tres preguntas:

  1. ¿Mi problema es creado por algo más que él mismo?
    Por ejemplo, si está buscando un compañero de vida y no tiene la intención de mudarse de su ciudad natal, probablemente quiera salir con personas que tengan planes geográficos similares. Asegúrese de comparar posibles soluciones con sus ramificaciones en la vida real.
  2. ¿Cómo se relaciona mi objetivo con hacer el bien social?
    Cuando piense en esto, asegúrese de no estar simplemente haciendo algo porque cree que la gente reconocerá su virtud. En su lugar, intente comprender profundamente cómo se relacionan sus propias pasiones con el bien social. No es necesario forzarlo. La autenticidad importa.
  3. YoDe Verdad ¿cuidado?
    Si está en conflicto con sus elecciones, examine esos sentimientos. Aprender a reconocer los pros y los contras de sus elecciones de vida puede hacerlo más sabio, y puede integrar esa sabiduría en su plan para seguir adelante. No tener emociones fuertes es una señal de que no se ha conectado con su camino a seguir, y tener sentimientos paradójicos, aunque sabios, debe distinguirse de los conflictos internos que pueden resolverse.

Las decisiones que conducen a la felicidad no son solo decisiones inteligentes; son las decisiones sabias, o lo que comúnmente llamamos "buenas decisiones". Tener una estrategia psicológica que sea práctica, socialmente relevante y auténtica garantizará que esté activando su propia sabiduría con más éxito.

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