¿Cuál es el futuro de la investigación del dolor?

A la vanguardia de la investigación del dolor están los científicos respaldados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), incluidos los NINDS. Otros institutos en los NIH que apoyan la investigación del dolor incluyen el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial, el Instituto Nacional del Cáncer, el Instituto Nacional de Investigación de Enfermería, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas y el Instituto Nacional de Salud Mental. El desarrollo de mejores tratamientos para el dolor es el objetivo principal de todas las investigaciones sobre el dolor que realizan estos institutos.

Algunos analgésicos opacan la percepción del dolor del paciente. La morfina es una de esas drogas. Funciona a través de la maquinaria analgésica natural del cuerpo, evitando que los mensajes de dolor lleguen al cerebro. Los científicos están trabajando en el desarrollo de un fármaco similar a la morfina que tenga las cualidades analgésicas de la morfina pero sin los efectos secundarios negativos del fármaco, como la sedación y la posibilidad de adicción. Los pacientes que reciben morfina también enfrentan el problema de la tolerancia a la morfina, lo que significa que con el tiempo requieren dosis más altas del medicamento para lograr el mismo alivio del dolor. Los estudios han identificado factores que contribuyen al desarrollo de la tolerancia; El progreso continuo en esta línea de investigación eventualmente debería permitir a los pacientes tomar dosis más bajas de morfina.

Uno de los objetivos de los investigadores que trabajan para desarrollar la generación futura de medicamentos para el dolor es aprovechar al máximo el "centro de conmutación" del dolor corporal mediante la formulación de compuestos que evitarán que las señales de dolor se amplifiquen o los detengan por completo. El bloqueo o la interrupción de las señales de dolor, especialmente cuando no hay lesión o trauma en el tejido, es un objetivo importante en el desarrollo de medicamentos para el dolor. Una mayor comprensión de los mecanismos básicos del dolor tendrá profundas implicaciones para el desarrollo de futuros medicamentos. Las siguientes áreas de investigación nos están acercando a un medicamento para el dolor ideal.

Sistemas e imágenes: la idea de mapear funciones cognitivas en áreas precisas del cerebro se remonta a la frenología, la práctica ahora arcaica de estudiar golpes en la cabeza. La tomografía por emisión de positrones (PET), la resonancia magnética funcional (fMRI) y otras tecnologías de imagen ofrecen una imagen vívida de lo que está sucediendo en el cerebro mientras procesa el dolor. Usando imágenes, los investigadores ahora pueden ver que el dolor activa al menos tres o cuatro áreas clave de la corteza cerebral, la capa de tejido que cubre el cerebro. Curiosamente, cuando los pacientes se someten a hipnosis para que no se experimente lo desagradable de un estímulo doloroso, se reduce la actividad en algunas áreas del cerebro, pero no en todas. Esto enfatiza que la experiencia del dolor involucra un fuerte componente emocional, así como la experiencia sensorial, es decir, la intensidad del estímulo.

Canales: la frontera en la búsqueda de nuevos objetivos farmacológicos está representada por canales. Los canales son pasajes en forma de puerta que se encuentran a lo largo de las membranas de las células que permiten que las partículas químicas cargadas eléctricamente llamadas iones pasen a las células. Los canales iónicos son importantes para transmitir señales a través de la membrana del nervio. Ahora existe la posibilidad de desarrollar nuevas clases de medicamentos, incluidos los cócteles para el dolor que actuarían en el sitio de actividad del canal.

Factores tróficos: una clase de medicamentos "rescatadores" o "restauradores" puede surgir de nuestro creciente conocimiento de los factores tróficos, sustancias químicas naturales que se encuentran en el cuerpo humano y que afectan la supervivencia y la función de las células. Los factores tróficos también promueven la muerte celular, pero se sabe poco acerca de cómo algo beneficioso puede volverse dañino. Los investigadores han observado que una acumulación excesiva de ciertos factores tróficos en las células nerviosas de los animales produce una mayor sensibilidad al dolor, y que algunos receptores que se encuentran en las células responden a factores tróficos e interactúan entre sí. Estos receptores pueden proporcionar objetivos para nuevas terapias contra el dolor.

Genética molecular: ciertas mutaciones genéticas pueden cambiar la sensibilidad al dolor y las respuestas conductuales al dolor. Las personas nacidas genéticamente insensibles al dolor, es decir, las personas que no pueden sentir dolor, tienen una mutación en parte de un gen que juega un papel en la supervivencia celular. Utilizando modelos animales "noqueados" (animales diseñados genéticamente para carecer de un cierto gen), los científicos pueden visualizar cómo las mutaciones en los genes hacen que los animales se vuelvan ansiosos, hagan ruido, se críen, se congelen o se vuelvan hipervigilantes. Estas mutaciones genéticas causan una interrupción o alteración en el procesamiento de la información del dolor a medida que sale de la médula espinal y viaja al cerebro. Los animales noqueados se pueden usar para complementar los esfuerzos dirigidos al desarrollo de nuevos medicamentos.

Plasticidad: después de una lesión, el sistema nervioso sufre una tremenda reorganización. Este fenómeno se conoce como plasticidad. Por ejemplo, la médula espinal se "reconecta" después de un trauma a medida que los axones de las células nerviosas hacen nuevos contactos, un fenómeno conocido como "brotación". Esto a su vez interrumpe el suministro de células de factores tróficos. Los científicos ahora pueden identificar y estudiar los cambios que ocurren durante el procesamiento del dolor. Por ejemplo, utilizando una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa, abreviada PCR, los científicos pueden estudiar los genes inducidos por lesiones y dolor persistente. Existe evidencia de que las proteínas que finalmente son sintetizadas por estos genes pueden ser objetivos para nuevas terapias. Los cambios dramáticos que ocurren con la lesión y el dolor persistente subrayan que el dolor crónico debe considerarse una enfermedad del sistema nervioso, no solo un dolor agudo prolongado o un síntoma de una lesión. Por lo tanto, los científicos esperan que las terapias dirigidas a prevenir los cambios a largo plazo que ocurren en el sistema nervioso eviten el desarrollo de condiciones de dolor crónico.

Neurotransmisores: así como las mutaciones en los genes pueden afectar el comportamiento, también pueden afectar a varios neurotransmisores involucrados en el control del dolor. Utilizando tecnologías de imagen sofisticadas, los investigadores ahora pueden visualizar lo que está sucediendo químicamente en la médula espinal. De este trabajo, pueden surgir nuevas terapias, terapias que pueden ayudar a reducir o eliminar el dolor severo o crónico.

Esperanza para el futuro
Hace miles de años, los pueblos antiguos atribuían el dolor a los espíritus y lo trataban con misticismo y encantamientos. A lo largo de los siglos, la ciencia nos ha proporcionado una capacidad notable para comprender y controlar el dolor con medicamentos, cirugía y otros tratamientos. Hoy en día, los científicos entienden mucho sobre las causas y los mecanismos del dolor, y la investigación ha producido mejoras dramáticas en el diagnóstico y el tratamiento de una serie de trastornos dolorosos. Para las personas que luchan todos los días contra las limitaciones impuestas por el dolor, el trabajo de los científicos respaldados por NINDS promete una comprensión aún mayor del dolor en los próximos años. Su investigación ofrece un arma poderosa en la batalla para prolongar y mejorar la vida de las personas con dolor: la esperanza.

Preparado por: Oficina de Comunicaciones y Enlace Público
Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares
Institutos Nacionales de Salud
Bethesda, MD

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