Niveles altos de metabolito intestinal relacionados con comer en exceso

Las personas que tienen niveles más altos de un determinado metabolito en el microbioma intestinal son más propensas a participar en una alimentación "hedónica", o comer por placer que por hambre, según un nuevo estudio publicado en la revista. Más uno.

La investigación es la primera en humanos que muestra un vínculo entre los metabolitos específicos producidos por las bacterias intestinales y los comportamientos de comer en exceso.

El estudio de 63 personas sanas reveló que aquellas con niveles elevados de microbioma del metabolito indol, producido cuando las bacterias intestinales descomponen el aminoácido triptófano, tenían una función y conectividad más fuertes en áreas específicas de la red de recompensa del cerebro.

Este tipo de actividad cerebral indica que una persona es más propensa a comer por placer. De hecho, los participantes con niveles más altos de indol tenían más probabilidades de tener adicción a la comida, según lo determinado por los cuestionarios que completaron.

Los investigadores saben desde hace mucho tiempo que ciertas áreas de la red de recompensas del cerebro tienden a impulsar los comportamientos alimentarios. En particular, el núcleo accumbens (una región del cerebro que procesa estímulos de recompensa como la comida) y la amígdala (que ayuda a regular las emociones) se activan cuando las personas tienen hambre o comen. En este estudio, las personas con niveles más altos del metabolito indol exhibieron una función y conectividad más fuertes en estas dos regiones del cerebro.

Una mayor función y conectividad en estas partes del cerebro podría indicar un sistema de recompensa hiperactivo que promueve y refuerza continuamente comer en exceso. De hecho, estudios previos han demostrado este tipo de hiperactividad del sistema de recompensa en personas obesas que luchan contra la adicción a la comida.

Para el estudio, los investigadores analizaron imágenes cerebrales de resonancia magnética funcional tomadas de los participantes sanos, y recolectaron y analizaron muestras fecales de los participantes para determinar la presencia de metabolitos intestinales particulares. Los participantes también respondieron cuestionarios que midieron su propensión a la adicción a la comida.

Los hallazgos sugieren que el indol, o la capacidad de nuestras bacterias intestinales para producirlo, podría contribuir a los comportamientos de adicción a la comida en los seres humanos. El estudio se suma al creciente cuerpo de evidencia de que nuestro microbioma intestinal tiene un impacto significativo en nuestra salud, estados de ánimo y comportamientos.

El nuevo estudio también abre la puerta a investigaciones futuras que se centrarán en si las intervenciones específicas, como los cambios en la dieta, pueden afectar la función cerebral y, por lo tanto, afectar el deseo de comer en exceso o de comer cuando no se tiene hambre.

El autor principal del estudio es el Dr. Emeran Mayer, director del Centro G. Oppenheimer de Neurobiología del Estrés y la Resiliencia y codirector del CURE: Centro de Investigación de Enfermedades Digestivas de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA).

Fuente: Ciencias de la Salud de la Universidad de California-Los Ángeles

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