Romper las reglas puede ser un viaje de poder

¿Alguna vez ha notado que muchas personas con poder parecen hacer alarde de su presunta autoridad siendo groseras?

Un nuevo estudio investiga esta observación y descubre que las personas con poder parecen hacer el papel al sonreír menos, interrumpir a los demás y hablar en voz más alta.

Los investigadores determinaron que cuando las personas no respetan las reglas básicas del comportamiento social, inducen a otros a creer que tienen poder.

Según los expertos, las personas con poder experimentan el mundo de una manera diferente al resto de nosotros. Los poderosos tienen menos reglas que seguir y viven en entornos de dinero, conocimiento y apoyo.

La mayoría de nosotros vivimos dentro de las expectativas escritas y no escritas de lo que está bien y lo que está mal, sabiendo que el castigo y los límites establecidos están delineados.

Un equipo de investigación dirigido por Gerben Van Kleef, Ph.D., de la Universidad de Amsterdam estudió la pregunta: debido a que los poderosos son más libres para romper las reglas, ¿romper las reglas parece más poderoso?

En el estudio, los sujetos leyeron acerca de un visitante de una oficina que tomó una taza de café de un empleado sin preguntar o acerca de un contable que violó las reglas contables. Se consideraba que los infractores de las reglas tenían más control y eran más poderosos en comparación con las personas que no robaban el café o no infringían las reglas de contabilidad.

Actuar con rudeza también parece ser percibido como poderoso. Las personas que vieron un video de un hombre en un café en la acera pusieron sus pies en otra silla, arrojaron cenizas de cigarrillos al suelo y pidieron una comida bruscamente pensaron que era más probable que el hombre "pudiera tomar decisiones" y que "la gente lo hiciera". escucha lo que dice ”que las personas que vieron un video del mismo hombre comportándose cortésmente.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando una persona "normal" tiene que interactuar con un infractor de reglas?

Van Kleef y sus colegas hicieron que la gente viniera al laboratorio e interactuara con un seguidor y un infractor de reglas.

El seguidor de las reglas fue educado y actuó con normalidad, mientras que el infractor llegó tarde, arrojó su bolso sobre una mesa y puso los pies en alto. Después de la interacción, la gente pensó que el que rompía las reglas tenía más poder y era más probable que "consiguiera que otros hicieran lo que él quería".

"Se percibe que los infractores de las normas tienen la capacidad de actuar como les plazca", concluyeron los investigadores. El poder puede ser corruptor, pero mostrar los signos externos de la corrupción hace que la gente piense que eres poderoso.

El estudio se encuentra en la revista Ciencias de la psicología social y de la personalidad.

Fuente: Sage

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