¿Cambia la obesidad su sentido del gusto?

¿Cuánto tienen que ver tus papilas gustativas con tu peso? ¿Cualquier cosa? ¿Todo?

En un estudio reciente, los investigadores compararon la sensibilidad al gusto en niños y adolescentes obesos con la de niños y adolescentes de peso saludable. Según este estudio, la sensibilidad al gusto está relacionada con el peso.

Los niños y adolescentes obesos tenían papilas gustativas menos sensibles. Eso significa que para los niños obesos los alimentos dulces tenían un sabor menos intenso, los alimentos amargos eran más suaves y la sal no se percibía con tanta facilidad.

¿Qué significan estas diferencias en la percepción del gusto?

Lo que el estudio no puede decirnos de manera confiable es si una disminución de la sensibilidad al gusto causa obesidad o si la obesidad de alguna manera causa una disminución en la sensibilidad al gusto.

Sabemos que nuestros gustos cambian a lo largo de nuestra vida como resultado de ciertas circunstancias de la vida. Durante el embarazo, por ejemplo, casi dos tercios de las mujeres experimentan cambios en el gusto. Se ha descubierto que las mujeres embarazadas tienen una sensibilidad reducida a los sabores salados, que puede ser la forma que tiene el cuerpo de garantizar una mayor ingesta de sal durante el embarazo.

La quimioterapia es otro ejemplo de una experiencia que cambia el sentido del gusto. El cuarenta y seis por ciento de los pacientes que reciben quimioterapia informan cambios en el gusto.

En otro estudio (PDF), los sujetos que redujeron la ingesta de sal voluntariamente durante un período de meses, prefirieron menos sal en sus alimentos, que aquellos que consumieron una dieta más alta en sal. La reducción voluntaria de la ingesta de sal provocó una mayor sensibilidad a los sabores salados.

En el caso del embarazo, los cambios en el cuerpo provocan cambios en la sensibilidad al gusto. Sin embargo, en el estudio sobre la reducción de la ingesta de sal, los cambios en los hábitos alimenticios provocaron cambios en las preferencias gustativas.

El envejecimiento normal, los problemas neurológicos, como las convulsiones y el consumo de drogas, pueden provocar cambios en las preferencias gustativas y la sensibilidad gustativa.

Sin embargo, la relación entre el gusto y la obesidad aún no está clara. ¿La disminución de la sensibilidad a ciertos sabores causa obesidad o la pérdida de sensibilidad al gusto es solo otro subproducto de la obesidad?

Algunos médicos sugieren a partir de la experiencia y la evidencia anecdótica que comer alimentos poco saludables, en particular aquellos con alto contenido de sodio y grasas no saludables que contribuyen a la obesidad, reduce la sensibilidad al gusto.

En un artículo de The Huffington Post, David Katz, M.D., Director del Centro de Investigación de Prevención de Yale, sugiere que cuando inundamos nuestras papilas gustativas todo el día con azúcar, sal y productos químicos, se vuelven insensibles a ellos. El Dr. Katz afirma que los alimentos como las salsas para pasta con azúcar agregada, los helados, las papas fritas y los cereales azucarados para el desayuno contribuyen a la pérdida de la sensibilidad al gusto.

Si consume regularmente alimentos con alto contenido de azúcar y sodio, esta noticia puede ser desalentadora. Todos podemos estar de acuerdo en que la comida debe proporcionarnos energía y satisfacer nuestras necesidades nutricionales, pero también todos queremos comer alimentos sabrosos y disfrutar de lo que comemos.

Según el Dr. Katz, hay buenas noticias. Una mejor elección de alimentos, incluso reducir la ingesta de azúcar y sodio durante unas pocas semanas, puede cambiar sus preferencias y su sensibilidad a la sal y la grasa.

Entonces, ¿la obesidad cambia su sentido del gusto?

La evidencia científica aún está fuera, pero la evidencia anecdótica y lo que sabemos sobre cómo cambian nuestros gustos con lo que comemos sugiere que comer alimentos ricos en grasas y sodio reduce la sensibilidad al gusto. No es la obesidad lo que causa cambios en el sentido del gusto, sino comer los alimentos que contribuyen a la obesidad.

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