Cómo lidiar con la presión para tener éxito cuando tiene una enfermedad mental

No sé si esto es cierto para todos, pero siento una necesidad constante de tener éxito, y hay momentos definidos en los que me siento desesperadamente abrumado por la cantidad de presión que me he impuesto.

Durante años he tenido el objetivo de vivir en una casa de montaña rodeada de una gran arboleda. He trabajado duro para intentar llegar a ese punto, pero aquí estoy, todavía en la Sección 8, todavía recibiendo dinero del gobierno por mi discapacidad.

Estoy frustrado y, a veces, enojado conmigo mismo por no poder mentalmente hago lo que tengo que hacer para llegar al punto en que estoy satisfecho.

Creo que mucha gente se enfrenta a este mismo sentimiento. Estaba hablando con un amigo al respecto y nuestro mutuo consenso general era que ambos queríamos más de nuestras vidas.

Siempre parece que algunas personas están merecidamente satisfechas con su vida, como si estuvieran perfectamente satisfechas con su trabajo y su condición de vida. Ojalá pudiera tener ese consuelo. Pero su satisfacción puede ser una ilusión. No conozco la historia completa de sus vidas personales. Puede que estén tan frustrados y confundidos como yo. La hierba siempre es más verde del otro lado.

El hecho es que siempre habrá algo mejor, siempre habrá alguien que lo haga mejor y siempre habrá situaciones que parezcan mejores. Eso puede ser frustrante, pero hay formas de manejarlo sin perder el impulso. No es fácil ponerlo en perspectiva, pero al menos estas técnicas me ayudan a descansar un poco para poder intentarlo de nuevo por la mañana.

Lo primero que hago es intentar recordar que las cosas siempre pueden ser peores. Podría estar en la calle, sin medicamentos con adicción a la heroína. Recordar eso me ayuda a estar agradecido por las comodidades que disfruto. Recuerda que, aunque las cosas no son perfectas, lo tengo bastante bien. Tengo un techo sobre mi cabeza, una bonita cama para dormir, un cómodo sofá y comodidades que pondrían celosas a muchas personas.

Lo segundo que me digo a mí mismo es que hay mucho tiempo para llegar a donde quiero ir. Solo tengo 30 años, por el amor de Dios. Soy joven y, afortunadamente, todavía estoy lleno de energía.

Finalmente, trato de ser consciente del hecho de que no debería comparar mi vida, con su miríada de paranoia, delirios, ansiedad, frustraciones y confusiones, con alguien que no tiene una enfermedad mental. Con esa perspectiva, creo que lo he hecho bien. Lo estoy haciendo mucho mejor que muchas personas en mi situación y he recorrido un camino inmensamente largo.

Todos han visto una buena cantidad de luchas y las han superado. Al otro lado de las dificultades está el crecimiento y la sabiduría. Y eso vale mucho más que una casa de ensueño.

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