5 razones por las que recibir es más difícil que dar

Muchos de nosotros crecimos creyendo que es más noble dar que recibir. Este edicto nos protege de convertirnos en monstruos egocéntricos, escaneando nuestro entorno para ver qué podemos extraer para llenarnos.

Reconocer las necesidades de los demás, honrar sus sentimientos y responder a los menos afortunados nos protege del narcisismo desenfrenado que se desata hoy.

Sin embargo, hay desventajas ocultas en dar prioridad a dar sobre recibir. Me refiero a las relaciones interpersonales, no a la política social, a las que les vendría bien una buena dosis de la regla de oro. ¿Le resulta difícil recibir amor, cariño y cumplidos? ¿Se retuerce silenciosamente por dentro cuando alguien ofrece una palabra amable o un regalo, o se permite recibir profundamente el regalo de la bondad, el cariño y la conexión?

Aquí hay algunas posibilidades de por qué recibir es a menudo más difícil que dar:

  1. Defensa contra la intimidad.

    Recibir crea un momento de conexión. Dar prioridad a dar sobre recibir puede ser una forma conveniente de mantener a las personas distantes y defender nuestros corazones.

    En la medida en que temamos la intimidad, podemos no permitirnos recibir un regalo o cumplido, privándonos así de un momento precioso de conexión.

  2. Dejar ir el control.

    Cuando damos, tenemos el control de cierta manera. Puede ser fácil ofrecer una palabra amable o comprarle flores a alguien, pero ¿podemos permitirnos entregarnos a la buena sensación de recibir un regalo? ¿Y en qué medida nuestro dar proviene de un corazón abierto y generoso en lugar de reforzar nuestra imagen de ser una persona amable y cariñosa?

    Recibir nos invita a acoger una parte vulnerable de nosotros mismos. Al vivir más en este lugar tierno, estamos más disponibles para recibir los sutiles obsequios que se nos ofrecen todos los días, como un sincero "gracias", un cumplido o una cálida sonrisa.

  3. Miedo a las ataduras.

    Es posible que nos sintamos incómodos al recibirlo si vino con ataduras cuando crezcamos. Es posible que hayamos recibido cumplidos solo cuando logramos algo, como ganar en los deportes o lograr buenas calificaciones. Si sentimos que no estamos siendo aceptados por quienes somos, sino más bien por nuestros logros y logros, es posible que no nos sintamos seguros de recibir.

    Si los padres nos usaron de manera narcisista para satisfacer sus propias necesidades, como mostrarnos a sus amigos o aferrarse a la imagen de ser buenos padres, podemos equiparar los cumplidos a ser usados. Fuimos reconocidos por lo que hacemos más que por lo que realmente somos.

  4. Creemos que es egoísta recibir.

    Nuestra religión puede habernos enseñado que somos egoístas si recibimos: la vida se trata más de sufrimiento que de felicidad. Es mejor ser modesto y no ocupar demasiado espacio o sonreír demasiado, para no llamar demasiado la atención sobre nosotros mismos. Como resultado de este condicionamiento, podríamos sentir vergüenza de recibir.

    El derecho narcisista, un sentido inflado de importancia personal y la creencia de que merecemos más que los demás, es realmente desenfrenado hoy. Curiosamente, un nuevo estudio sugiere que la riqueza en realidad puede aumentar este sentido de derecho. Pero los peligros del narcisismo destructivo podrían contrastarse con el narcisismo saludable, que refleja una sólida autoestima y el derecho a disfrutar los placeres de la vida. Recibir con humildad y aprecio, vivir con un ritmo de dar y recibir, nos mantiene equilibrados y nutridos.

  5. Una presión autoimpuesta para corresponder.

    Los bloqueos para recibir pueden reflejar la protección de estar en deuda con alguien. Podemos sospechar de sus motivos, preguntándonos "¿Qué quieren de mí?" Suponiendo que los cumplidos o los obsequios son intentos de controlarnos o manipularnos, nos defendemos de manera preventiva de cualquier sentido de obligación o endeudamiento.

Si todos estuvieran ocupados dando, ¿quién estaría disponible para recibir todas esas cosas buenas? Al recibir con tierna autocompasión, nos dejamos tocar por los dones de la vida. El dejarnos recibir profunda y amablemente es un regalo para el dador. Transmite que sus donaciones han marcado la diferencia, que nos hemos visto afectados.

Dar y recibir son dos caras de la misma moneda de intimidad. Como lo puse en mi libro, Bailando con fuego,

“Entonces podemos disfrutar juntos de un momento no dual en el que no hay distinción entre el dador y el receptor. Ambas personas dan y reciben a su manera. Esta experiencia compartida puede ser profundamente sagrada e íntima ".

La próxima vez que alguien te ofrezca un cumplido, un regalo o te mire a los ojos con amor, observa cómo te sientes por dentro. ¿Qué está pasando en tu cuerpo? ¿Su respiración está relajada y su vientre suave o se está endureciendo? ¿Puedes dejar entrar el cariño y la conexión? Llevar la atención plena a los sentimientos placenteros, incómodos o quizás ardientes de deleite podría permitirle estar más presente en el presente.


Este artículo presenta enlaces de afiliados a Amazon.com, donde se paga una pequeña comisión a Psych Central si se compra un libro. ¡Gracias por su apoyo a Psych Central!

!-- GDPR -->