El dinero obstaculiza nuestra capacidad de disfrutar los pequeños placeres de la vida

Los investigadores siguen fascinados por la relación entre dinero y felicidad. Tal vez se deba a la observación de que el dinero por sí solo no parece "comprar" la felicidad, a menos que lo regale o lo gaste en experiencias más que en cosas materiales.

Un nuevo estudio publicado la semana pasada (Quoidbach et al., 2010) sugiere que los efectos del dinero en nuestro bienestar y felicidad pueden ser incluso más sutiles de lo que se pensaba anteriormente. El simple hecho de ver una imagen del dinero, que parece preparar nuestro cerebro, aumentando el concepto de dinero a un nivel por debajo de la conciencia, parece impedir nuestra capacidad de disfrutar de los pequeños placeres de la vida.

¿Cómo llegaron los investigadores a una conclusión tan sorprendente?

Los investigadores llevaron a cabo dos experimentos para probar sus hipótesis sobre los efectos del dinero en nuestra capacidad para saborear una experiencia.

En el primer experimento, los investigadores reclutaron a 351 adultos que eran empleados de la Universidad de Lieja en Bélgica. Los sujetos se dividieron en dos grupos para responder a una serie de cuestionarios. En el grupo experimental, se mostró una pila de billetes de euro en una fotografía, mientras que en el grupo de control la fotografía estaba borrosa hasta que no se reconocía. Los cuestionarios preguntaban sobre ingresos, felicidad y deseo de riqueza.

Los investigadores encontraron que tanto los sujetos que tenían ingresos más altos como los que estaban preparados por la fotografía de la pila de billetes en euros informaron una capacidad significativamente menor para saborear emociones positivas que los voluntarios que no tenían tanto dinero o estaban en el condición de control. Los investigadores sugieren que esto demuestra que "la riqueza puede no ofrecer la felicidad que uno podría esperar debido a sus consecuencias perjudiciales para saborear".

En pocas palabras, la riqueza reduce nuestra capacidad de saborear.

En un experimento separado realizado en la Universidad de Columbia Británica con 40 voluntarios, los investigadores se propusieron ver si podían replicar y ampliar los hallazgos del experimento anterior:

Los participantes completaron un breve cuestionario que solicitó su información demográfica y evaluaron sus actitudes hacia el chocolate. El cuestionario se presentó a cada participante en una carpeta y la página adyacente mostraba materiales de un "estudio no relacionado", que incluía una imagen de dinero canadiense o una foto neutral. A continuación, se les indicó a los participantes que comieran un trozo de chocolate y, cuando estuvieran listos, que completaran un breve cuestionario de seguimiento.

Observadores ocultos que utilizaron cronómetros midieron el tiempo que cada participante tardó en comerse el chocolate. Estos observadores también calificaron el alcance de las emociones positivas que mostraba cada sujeto al comer el chocolate.

Los investigadores encontraron que las mujeres pasan significativamente más tiempo saboreando el chocolate que los hombres. No es sorprendente. Entonces tuvieron que desentrañar las variables de género en los datos y luego encontraron que los sujetos que vieron una imagen de dinero comieron chocolate más rápido (es decir, no saborearon la experiencia). Estos sujetos también lo disfrutaron menos que los voluntarios que vieron una imagen neutral.

Dejaré que los investigadores resuman sus propios hallazgos:

Tomados en conjunto, nuestros hallazgos proporcionan evidencia de la noción provocativa e intuitivamente atractiva, aunque no probada previamente, de que tener acceso a las mejores cosas de la vida puede en realidad socavar la capacidad de uno para disfrutar de los pequeños placeres de la vida.

Yendo más allá de las teorías pasadas, nuestra investigación demuestra que un simple recordatorio de riqueza produce los mismos efectos deletéreos que la riqueza real en la capacidad de un individuo para saborear, lo que sugiere que el acceso percibido a experiencias placenteras puede ser suficiente para perjudicar el gusto diario.

En otras palabras, no es necesario visitar las pirámides de Egipto o pasar una semana en los legendarios balnearios de Banff en Canadá para que la capacidad de saborear se vea afectada; el simple hecho de saber que estas experiencias máximas están fácilmente disponibles puede aumentar la tendencia a tomar los pequeños placeres. de la vida diaria por sentado.

Intrigante. Sin embargo, no estoy seguro de qué elemento de acción podemos sacar de esto, ya que nuestro conocimiento ya parece afectar nuestra capacidad para disfrutar de los placeres más pequeños de la vida.

Quizás debamos eliminar por completo el “dinero” de la ecuación de nuestras vidas de forma consciente y consciente. Cuanto menos pensamos en ello, incluso inconscientemente, es más probable que podamos disfrutar más plenamente de los pequeños placeres de la vida.

Referencia:

Quoidbach, J., Dunn, E.W., Petrides, K.V. y Mikolajczak, M. (2010). El dinero da, el dinero se lleva: el efecto dual de la riqueza en la felicidad. Ciencia psicológica. DOI: 10.1177 / 0956797610371963.

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