5 formas de reducir su riesgo de enfermedad de Alzheimer
Según la Asociación de Alzheimer, "Hoy, alguien en los Estados Unidos desarrolla Alzheimer cada 65 segundos. A mediados de siglo, alguien en los Estados Unidos desarrollará la enfermedad cada 33 segundos ". Hasta la fecha, no existe cura con respecto a esta forma más común de demencia, que afecta a casi todas las personas en todo el mundo independientemente de su raza o nivel socioeconómico, una tendencia que continúa creciendo a un ritmo inquietantemente alarmante. Sin embargo, los científicos están cerca de identificar los factores contribuyentes que pueden obstaculizar o ayudar a la progresión de esta enfermedad a largo plazo.A continuación se enumeran los 5 factores principales que pueden contribuir a esta condición desalentadora, incluidos algunos que aún no se han probado clínicamente. La mayoría, si no todos, están bajo nuestro control.
1. Duerma bien.
Los adultos mayores necesitan de seis a ocho horas de sueño constante. Durante el sueño, las proteínas tóxicas implicadas en la enfermedad de Alzheimer se eliminan. El sueño le da al cerebro y al cuerpo tiempo para recuperarse y reiniciarse. Durante el sueño, su cerebro consolida nueva información del día y archiva los elementos en los "gabinetes cerebrales" correctos.
Es imperativo practicar la higiene del sueño para lograr un sueño de calidad. Eso significa mantener la vista alejada de pantallas como televisores, tabletas y teléfonos inteligentes. Ponga los teléfonos móviles en "no molestar" para que no suenen ni vibren y le despierten. Algunos investigadores recomiendan comprar un reloj despertador y dejar su teléfono en otra habitación. En el ajetreado mundo actual de la alta tecnología, es fundamental que demos a nuestros cuerpos y mentes un descanso adecuado.
2. Maneje sus niveles de estrés.
Aunque todavía no existe una cura para el Alzheimer, otras enfermedades médicas o incluso la depresión pueden provocar problemas de memoria y concentración, que si no se controlan pueden conducir a la demencia. El estrés elevado fomenta comportamientos que aumentan el riesgo de demencia. Esos comportamientos incluyen, entre otros, disminución de la actividad física, malos hábitos alimenticios, mayor aislamiento social y automedicación a través del alcohol o las drogas. Estos factores juegan un papel importante en el riesgo de alteraciones de la memoria.
Mientras tanto, demasiado estrés y ansiedad pueden provocar cambios físicos en el cerebro. Por ejemplo, los altos niveles de ansiedad y estrés crónico pueden marcar el comienzo de cambios en partes del cerebro que manejan las emociones, el pensamiento y la memoria, principalmente el hipocampo y la corteza prefrontal, por lo que procesamos nuestras habilidades para tomar decisiones. El hipocampo, el centro de la memoria de nuestro cerebro, es uno de los primeros lugares donde los ataques de Alzheimer. Pero establecer un vínculo directo entre el estrés y la demencia sería prematuro, ya que también pueden estar involucrados otros factores.
3. Conéctese con otros.
Las relaciones son buenas para el cerebro y el corazón. La investigación está comenzando a sugerir un vínculo entre la interacción social y una mejor salud cerebral. Ser social construye conexiones entre neuronas.
Es importante tener en cuenta que socializar, sin embargo, no significa atracones de ver Netflix con amigos. Las actividades que hacen que su cerebro funcione proporcionan un beneficio adicional. Por ejemplo, planifique un viaje con amigos, visite museos con sus hijos, alterne rutas para caminar o trotar con su compañero de entrenamiento o pruebe algo nuevo como aprender un segundo idioma con un amigo. Todas estas actividades novedosas estimulan partes del cerebro que ayudan a retener información, mantenerla nítida y resistente.
4. Siga una dieta mediterránea.
Una alimentación saludable puede retrasar el envejecimiento del cerebro y del cuerpo. La dieta mediterránea en particular (alimentos de origen vegetal como nueces, legumbres, frutas, verduras, cereales integrales) se asocia con un riesgo reducido de enfermedades cardíacas, cáncer, Parkinson, Alzheimer y otras formas de demencia. Los pescados como el salmón y las sardinas son ricos en ácidos grasos omega-3, las grasas buenas. Por el contrario, la grasa de la carne roja no es saludable para el corazón o el cerebro.
Una alimentación saludable activa las vías metabólicas del cerebro y mejora la función cognitiva. Puede retardar o prevenir la enfermedad de Alzheimer por completo, una noción en la que muchos científicos están de acuerdo.
5. Ejercicio
La velocidad de procesamiento del cerebro puede comenzar a disminuir cuando tienes 25 años. El ejercicio aumenta el volumen de las neuronas existentes, acelera el crecimiento neuronal y mejora la comunicación entre las células cerebrales. Si bien algunos pueden encontrar esto difícil de creer, sus acciones ahora pueden lastimarlo o beneficiarlo más adelante en la vida. Según las directrices del cirujano general, los adultos mayores necesitan al menos 2,5 horas de ejercicio aeróbico de intensidad moderada cada semana y dos o más días a la semana de entrenamiento de resistencia.
Lo que es muy interesante de notar es, por ejemplo, que estudios recientes han señalado a adultos mayores que no tienen síntomas de Alzheimer a pesar de los niveles elevados de proteínas relacionadas con la enfermedad en su cerebro. Es posible que los cerebros de estas personas fueran resistentes debido a las elecciones de estilo de vida que se tomaron antes. Esto puede servir para mostrar cuánto de esta enfermedad puede ser ambiental, con respecto a las elecciones de vida que hacemos.
La ventaja de esto es que nunca es demasiado temprano ni demasiado tarde para comenzar a elegir un estilo de vida saludable. Lo que hace ahora simplemente fortalece su capacidad de recuperación cognitiva más adelante en la vida. Conserve un cerebro sano y agudo y reduzca el riesgo de la enfermedad de Alzheimer siguiendo estas cinco reglas simples que tanto los investigadores como los neurocientíficos han elegido durante los últimos 15 años. Algunos de los consejos están científicamente probados, mientras que otros parecen prometedores pero requieren más investigación.