La responsabilidad es una bendición, no una maldición

"La culpa, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos". - William Shakespeare

Todos conocemos a alguien que evita la responsabilidad de forma crónica. Las cosas simplemente les suceden, nada de lo que hicieron contribuyó a sus circunstancias. Llegaron tarde porque había tráfico, no porque no salieran antes. No dejaron caer la pelota en el trabajo; nadie más intervino tampoco. Alguien "simplemente dejó de hablar" con ellos; no tiene nada que ver con que sea un mal amigo.

Estas personas tienen un locus de control externo, lo que significa que no sienten que puedan influir en los factores ambientales que afectan sus vidas. Es simplemente suerte. Sus vidas están determinadas por el destino.

En realidad, nuestro locus de control está en algún lugar entre lo interno y lo externo. No podemos controlarlo todo y es un ejercicio inútil intentarlo. Pero no estamos indefensos y nuestras acciones tienen un peso considerable. De hecho, asumir la responsabilidad, cumplir nuestras promesas, cumplir con nuestros deberes y ser dueños de las decisiones que tomamos, abre una amplia gama de posibilidades en nuestras vidas. La responsabilidad es poder, por lo que es una maravilla por qué alguien la evitaría.

Durante la temporada electoral, constantemente se ven políticos negando o poniendo excusas por decisiones que tomaron en el pasado. Rara vez alguien dice: "Sí, me equivoqué" o "Sí, la cagué". ¿Qué tan sorprendente sería ver a un político admitir realmente que ha cometido algunos errores? ¿Que a través de la experiencia han aprendido y se han vuelto más sabios? ¿Quién podría esperar que el líder del mundo libre fuera falible?

La responsabilidad conduce a la competencia emocional y la autonomía. En lugar de echar la culpa y tomar el camino más fácil, una persona responsable tiene que pensar en formas alternativas de lidiar con las cosas. Son curiosos y de mente abierta porque necesitan una nueva perspectiva para tomar decisiones. También son proactivos y heroicos: responden cuando sienten un llamado a la acción. Más que obligación, la responsabilidad conduce a la libertad. Significa que eres "el que decide" en lugar de estar a merced de quienes te rodean.

Por supuesto, tomar decisiones y cumplir con sus deberes siempre puede resultar en un error. ¿Qué pasa si tomas la decisión incorrecta? La persona responsable sabe que hay que tomar lo bueno con lo malo. No hay impulso hacia adelante sin toma de decisiones.

Una persona responsable es resistente y se recupera de los pasos en falso porque sin errores no hay sabiduría. Sin sabiduría no hay competencia. Sin ensayo y error no hay coraje ni integridad.

Negarse a aceptar la responsabilidad requiere una gran manipulación. Tienes que culpar o jugar a ser la víctima. Tienes que demostrar que es culpa de todos los demás o la postura como si no pudieras descansar. Significa tener siempre una excusa, siempre tomar como chivo expiatorio a los demás y nunca decir "lo siento".

Al final, ignorar la responsabilidad requiere tanta energía como aceptar la responsabilidad. Es tan dañino para las relaciones y su base misma está llena de agujeros. ¿Cuántas veces puedes decepcionar a alguien, ofrecer tu excusa y esperar que continúen abriéndose a ti? Las personas desconsideradas no son las personas más populares, al menos no por mucho tiempo.

No seas un político. La próxima vez que sienta la necesidad de poner una excusa, ¿por qué no empoderarse aceptando la responsabilidad en lugar de regalarla? Puede ser un poco incómodo al principio, pero al final es fácil de hacer.

Los dejo con las palabras de Viktor Frankl, “Entre el estímulo y la respuesta, hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra libertad ”.

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