El castigo físico en la infancia vinculado a los trastornos mentales

Las personas que son castigadas físicamente tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno mental, como ansiedad, depresión u otro trastorno de la personalidad, según investigadores de la Universidad de Manitoba en Canadá.

Aproximadamente del dos al siete por ciento de los trastornos mentales en el estudio estaban relacionados con el castigo físico.

La autora principal del estudio, Tracie Afifi, Ph.D., evaluó los datos de una encuesta del gobierno de 35,000 adultos no institucionalizados en los Estados Unidos, realizada entre 2004 y 2005. Casi 1,300 de los participantes (todos mayores de 20 años) habían experimentado algunos forma de castigo físico a lo largo de su infancia.

Muchos de ellos informaron que sus padres o un adulto que vivía en la casa los habían empujado, abofeteado, agarrado, empujado o golpeado. El seis por ciento de estos encuestados dijo que su castigo pudo haber sido más que azotes, ya sea "a veces", "con bastante frecuencia" o "muy a menudo".

Las personas que sufrieron un castigo físico severo tenían más probabilidades de tener una variedad de trastornos del estado de ánimo y de la personalidad o abuso de drogas y alcohol.

Casi el 20 por ciento de los que recordaban haber sido castigados físicamente habían sufrido depresión y el 43 por ciento había abusado del alcohol en algún momento de su vida. Esto se compara con el 16 por ciento de las personas que no fueron golpeadas ni abofeteadas que se quejaron de haber sufrido depresión y el 30 por ciento que abusó del alcohol.

Afifi y su equipo estaban seguros de no incluir a aquellos que informaron haber sido abusados ​​física, sexual o emocionalmente. Afifi también tomó en consideración a aquellos padres o tutores legales que habían sido tratados por enfermedades mentales, raza, ingresos y nivel de educación.

Aunque algunos expertos están en contra del castigo físico, otros creen que está bien en determinadas circunstancias. El Dr. Robert Larzelere, psicólogo de la Universidad Estatal de Oklahoma, cree que el castigo severo no es apropiado, pero para los niños más pequeños, las nalgadas pueden ser adecuadas siempre que el niño vea las nalgadas como una herramienta de motivación para su comportamiento y su bienestar general.

Aunque los resultados no pueden probar una correlación directa, el castigo físico puede provocar estrés crónico, lo que a su vez podría aumentar las posibilidades de que un niño desarrolle depresión o ansiedad.

Knox sugiere que los padres elijan otras formas de castigo, como el "tiempo fuera" o el uso de refuerzos positivos como recompensa por el buen comportamiento.

El estudio fue publicado en la revista de Pediatría.

Fuente: Journal of Pediatrics

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