Cómo se adapta el cerebro de un niño para manejar la adversidad

Las investigaciones han demostrado que aproximadamente dos tercios de la población han experimentado alguna forma de adversidad infantil a la edad de 18 años. Entonces, ¿por qué tantas personas salen de una infancia difícil aparentemente ilesas, mientras que otras desarrollan diversas formas de enfermedad mental? ¿Y hay diferencias cerebrales evidentes entre los dos tipos?

Los investigadores de la Universidad de Wisconsin pueden haber descubierto algunas de las respuestas a estas preguntas. En un nuevo estudio, encontraron una conexión más densa entre la amígdala y la corteza prefrontal en personas que habían experimentado una infancia adversa pero que nunca habían desarrollado ningún síntoma de depresión o ansiedad. Sin embargo, en personas con una infancia similar que luego desarrollaron depresión y / o ansiedad, esta conexión fue notablemente más débil.

Los hallazgos podrían ayudar a explicar cómo el cerebro se adapta a la adversidad infantil y también pueden predecir qué niños pueden ser vulnerables a desarrollar psicopatología posterior.

Para el estudio, la autora principal, la Dra. Marilyn Essex, profesora de psiquiatría en la Universidad de Wisconsin, y sus colegas siguieron a 132 niños desde la infancia hasta los 18 años para buscar un mecanismo neurobiológico de adaptación emocional.

Los investigadores se centraron en los tipos comunes de adversidad infantil, como la crianza negativa, los conflictos entre los padres y el estrés financiero que ocurrieron entre la infancia y los 11 años de edad. Cuando los sujetos tenían entre 15 y 18 años, los investigadores estudiaron su comportamiento para buscar síntomas de ansiedad y depresión; definieron la adaptación emocional como la ausencia de estos síntomas.

Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, los investigadores también estudiaron las respuestas cerebrales de los sujetos durante el procesamiento emocional para observar cualquier asociación entre la actividad cerebral, la adversidad infantil y la adaptación emocional.

Descubrieron que cuando los adolescentes veían imágenes que evocaban emociones negativas, aquellos que experimentaban adversidades infantiles tenían una amígdala más reactiva, una región del cerebro involucrada en el procesamiento de las emociones.

"La adversidad infantil puede sensibilizar la amígdala al contenido emocional negativo, pero esto parece ser una respuesta normativa y adaptativa que podría permitir una mejor detección de amenazas para los niños que crecen en entornos estresantes", dijo el primer autor del estudio, el Dr. Ryan Herringa, Asistente Profesor de Psiquiatría del Niño y del Adolescente en la Universidad de Wisconsin-Madison.

Los investigadores también encontraron que la adversidad infantil se asoció con una conexión más fuerte entre la amígdala y la corteza prefrontal, un circuito importante para regular las emociones, pero esto se redujo en adolescentes con mucha ansiedad y síntomas depresivos.

Herringa explicó que esto podría significar que la capacidad del cerebro para fortalecer la conexión entre la amígdala y la corteza prefrontal fortalece la adaptación emocional.

"Estos hallazgos apuntan a un circuito neuronal que puede estar involucrado en la resiliencia emocional y podría usarse como un objetivo de tratamiento potencial para las personas que sufren de ansiedad y depresión como consecuencia de la adversidad", dijo Herringa.

Los hallazgos se publican en la revista Psiquiatría biológica: neurociencia cognitiva y neuroimagen.

Fuente: Elsevier

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