La prueba de actividad cerebral puede detectar la gravedad del autismo
Una nueva investigación sugiere que una prueba de actividad cerebral que mide la frecuencia de ciertas ondas cerebrales puede ayudar a distinguir la amplia gama de trastornos del espectro autista (TEA).
Inicialmente, los investigadores de UCLA descubrieron que los niños con autismo tienen una diferencia reveladora en las pruebas cerebrales en comparación con otros niños. Luego, los investigadores encontraron que cuanto menor era la frecuencia alfa máxima de un niño, un número que refleja la frecuencia de ciertas ondas cerebrales, menor era su coeficiente intelectual no verbal.
Los investigadores explican que este es el primer estudio que destaca la frecuencia alfa máxima como un biomarcador para no solo diferenciar a los niños con autismo de los niños con un desarrollo típico, sino también para detectar la variabilidad en la función cognitiva entre los niños con autismo.
El trastorno del espectro autista afecta aproximadamente a uno de cada 68 niños en los Estados Unidos y causa una amplia gama de síntomas.
Algunas personas en el espectro de TEA tienen habilidades de razonamiento, memoria, atención y lenguaje promedio o superiores a la media, otras tienen discapacidades intelectuales.
Los investigadores han trabajado para comprender la raíz de estas diferencias cognitivas en el cerebro y por qué los síntomas del trastorno del espectro autista son tan diversos.
Los investigadores utilizaron un electroencefalograma, o EEG, para detectar la actividad eléctrica del cerebro. La prueba de EEG implica la colocación de pequeños electrodos en el cuero cabelludo. Mide diferentes aspectos de la actividad cerebral, incluida la frecuencia alfa máxima, que se puede detectar con un solo electrodo en tan solo 40 segundos. Investigaciones anteriores han relacionado la frecuencia alfa máxima con la cognición en individuos sanos.
En el estudio, los investigadores realizaron EEG en 97 niños de dos a 11 años; 59 tenían diagnóstico de trastorno del espectro autista y 38 no tenían el trastorno. Los EEG se tomaron mientras los niños estaban despiertos y relajados en habitaciones oscuras y silenciosas. Luego, los investigadores correlacionaron la edad, el coeficiente intelectual verbal, el coeficiente intelectual no verbal y la frecuencia alfa máxima.
El descubrimiento de que la frecuencia alfa máxima se relaciona directamente con el coeficiente intelectual no verbal en niños con el trastorno sugiere un vínculo entre el funcionamiento del cerebro y la gravedad de la afección.
Además, significa que los investigadores pueden usar la prueba como un biomarcador en el futuro, para ayudar a estudiar si un tratamiento para el autismo es efectivo para restaurar la frecuencia alfa pico a niveles normales, por ejemplo.
Se necesita más trabajo para comprender si la frecuencia alfa máxima se puede utilizar para predecir el desarrollo del trastorno del espectro autista en niños pequeños antes de que surjan los síntomas.
Fuente: UCLA