Los niños y la depresión: Llamado a la acción de los padres, parte 1

Como psiquiatra infantil, ayudo a adolescentes que luchan contra la depresión, el trastorno bipolar y el suicidio. También es mi trabajo comunicarme con los padres durante lo que a menudo es un momento muy difícil y aterrador. Más que nada, los padres quieren que sus hijos estén bien y, a menudo, los aliento enfatizando que las enfermedades mentales son muy tratables y que los adolescentes son capaces de un crecimiento extraordinario. Con tratamiento y padres proactivos, la esperanza persiste y, con algo de tiempo y compromiso, la vida puede continuar y continuará tanto para los niños como para los padres.

Cuando hago entrevistas o lecturas públicas, los padres a menudo me preguntan sobre las señales de advertencia en los niños de depresión e incluso tendencias suicidas. Pueden estar preocupados por una hija que se está retrayendo o por un hijo que duerme durante horas y fracasa en la escuela. Estos cambios de comportamiento pueden ser signos de una biología que salió mal y los padres deben tomar en serio sus observaciones.

Al considerar si un niño padece una enfermedad mental, la pregunta que debe hacerse es: "¿Cómo está funcionando mi hijo?" Si su hijo se encuentra en un punto muerto, es entonces cuando debe preocuparse. Las señales de advertencia varían, pero generalmente cuando los niños no pueden ir a la escuela, están despiertos toda la noche, están irritables, aislados o tienen períodos prolongados de llanto (como romper a llorar y encerrarse en una habitación durante 2-3 horas), estos son señales de que algo anda mal y de que los padres deben actuar. Los cambios en los patrones de alimentación también son señales de alerta. Y si los niños hablan sobre el suicidio o la desesperanza, tómelos siempre en serio. Reduzca la velocidad, escuche para averiguar qué está sucediendo y movilícese para obtener ayuda cuando sea necesario. Si otro niño se acerca a usted con inquietudes sobre un amigo o familiar, es importante que lo tome en serio. Recuerde, se necesita mucho coraje para que los niños se acerquen a los adultos con sus preocupaciones y anulen la sensación de que están traicionando a sus amigos.

A menudo, los padres pueden atribuir el comportamiento de alto riesgo de sus hijos, como pasar el rato muy tarde en la noche, huir o experimentar con drogas o alcohol, a la conducta típica de los adolescentes. Aunque puede ser un desafío averiguar cuándo es apropiado el mal humor y la toma de riesgos, es clave descifrar cuándo un adolescente está en un camino autodestructivo. Hablar con sus hijos con una mente abierta y un oído comprensivo, y obtener apoyo externo, es el primer paso para ayudar a un niño con dificultades.

Nota del editor: esta es la primera parte de una serie de tres sobre los niños y la depresión. Estén atentos a la segunda parte mañana.

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