Cómo lograr la libertad mental

Vivir en un mundo caótico puede ser una gran lucha cuando nuestro entorno externo tiene más poder que nuestro yo interno.

Hay diferentes formas de determinar si está luchando por encontrar un equilibrio entre su vida externa e interna. Pensar demasiado puede ser indicativo de esta lucha; los pensamientos externos dominan tu paz interior.

El locus de control interno nos impulsa a cumplir activamente el propósito que nos hemos propuesto. Sentirnos débiles hace que dependamos de factores externos para dictar nuestro impulso. Al final, el problema es que comenzamos a vivir en una prisión mental donde tenemos poco control sobre cualquier cosa. Y si el problema es la prisión mental, entonces, en consecuencia, la solución es la libertad mental.

La libertad mental comienza con desapegarse de todas las emociones, ideales, definiciones y estándares que aprendió al crecer. El lenguaje es creado por el hombre y los objetos no nacen con nombres, se les asignan términos.

Piense en lo que su nombre significa para usted. Luego, asígnele un nombre diferente por un momento. Es difícil considerar a la persona que eres actualmente con un nombre diferente. También es incómodo.

Esto es lo que significa separarse de todas las etiquetas que se le asignan. Al no dar poder a estas etiquetas, podemos actuar fuera de lo que nuestras etiquetas esperan que seamos. Por ejemplo, si se le considera inteligente, probablemente se sienta obligado a cumplir con este rol y tenga dificultades para aceptar y disfrutar otros roles como raro, creativo y torpe.

La solución a esto no es ignorar estas etiquetas, sino explorar sus efectos en nosotros. Las personas son muy reactivas y obstinadas hacia las acciones y creencias de los demás. No son las acciones y creencias de los demás con las que luchamos, es lo que esas acciones y creencias dicen sobre nosotros.

Por ejemplo, la crítica es difícil de aceptar incluso cuando se da con la mejor intención. Tendemos a ponernos a la defensiva porque percibimos erróneamente al crítico como un peligro. El peligro real, sin embargo, es que es incómodo que alguien vea defectos en nosotros. Nos educan para creer que para sobrevivir debemos esforzarnos por ser perfectos. En consecuencia, hemos aprendido a ser cautelosos con nuestras vulnerabilidades.

En la crítica, es muy claro ver cómo las personas externas nos afectan internamente. No es lo que otras personas dicen de nosotros lo que define quiénes somos, es cómo reaccionamos lo que define quiénes somos. Las personas son su propio conjunto de emociones y creencias. Actuarán y dirán cosas como un reflejo directo de lo que están experimentando.

Por ejemplo, un supervisor es muy estricto con sus (o sus) empleados. Constantemente establece altas expectativas y castiga a los empleados cuando no se cumplen estos estándares. Esto sugiere que este supervisor está luchando por ser demasiado estricto consigo mismo y está proyectando esta lucha sobre los trabajadores.

Las reacciones de los trabajadores dicen más sobre quiénes son que la situación real. Si un trabajador desarrolló baja autoestima y depresión después del incidente, esto sugiere que el yo de la persona está muy determinado por las evaluaciones de los demás.

Las interacciones con las personas son un intercambio de reacciones. A veces, estas reacciones son desencadenantes de nuestros problemas no resueltos. Cuando otros dicen algo que causa una reacción de enojo, han descubierto un punto doloroso no tratado. Al explorar por qué esta situación nos ha desencadenado, podemos explorar conscientemente lo que hay en nuestra mente subconsciente.

Desafortunadamente, no exploramos rápidamente nuestra reacción cuando tenemos este tipo de interacciones. Tan pronto como otros provocan una reacción, nos apresuramos a demostrar nuestro punto y descartamos sus argumentos. Estas interacciones pueden ser útiles: las personas que desencadenan reacciones pueden ser productivas para nosotros porque nos enseñarán cosas que no sabíamos que eran un problema para nosotros. En última instancia, no tenemos que actuar sobre nuestras emociones y reacciones; solo tenemos que entender por qué están ahí.

Domina el arte de dejar ir los ideales y las reacciones y habrás dado el primer paso hacia la libertad mental.

Imagen de libertad mental disponible a través de Shutterstock.

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