CBT como reemplazo de los opioides
La investigación emergente sugiere que la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser una estrategia importante para ayudar a las personas a aprender a manejar el dolor crónico. Los expertos creen que la CBT tiene el potencial de ayudar a millones de estadounidenses a superar la dependencia de opioides.
“La terapia cognitivo-conductual es un método de tratamiento útil y empírico para los trastornos del dolor que puede disminuir la dependencia del uso excesivo de opiáceos”, escriben los Dres. Muhammad Hassan Majeed del Hospital Natchaug, Mansfield Center, Connecticut, y Donna M. Sudak del Colegio de Medicina de la Universidad Drexel, Filadelfia.
En un nuevo artículo, analizan la evidencia que respalda el uso de la TCC para evitar o reducir el uso de opioides para el dolor crónico. El reconocimiento de que el uso de medicamentos opioides (a veces llamados opiáceos) para tratar el dolor crónico no canceroso ha alcanzado proporciones epidémicas ha llevado a los investigadores a buscar alternativas para el manejo del dolor.
Incluso con el uso de opioides, ha habido pocos cambios en la cantidad y la gravedad del dolor informado por los estadounidenses durante la última década.
“No hay evidencia que respalde el uso de opioides para el tratamiento del dolor crónico durante más de un año, y el uso crónico aumenta los riesgos graves de uso indebido, abuso, adicción, sobredosis y muerte”, dijeron los Dres. Majeed y Sudak escriben.
Creen que la TCC es una alternativa importante a los opioides para el tratamiento del dolor crónico. El objetivo de la TCC es ayudar a los pacientes a cambiar la forma en que piensan y manejan su dolor.
La idea no es que el dolor (en ausencia de daño tisular) "esté todo en la cabeza", sino que todo el dolor esté "en la cabeza".
La terapia cognitivo-conductual ayuda a los pacientes a comprender que el dolor es un factor de estrés y, al igual que otros factores de estrés, es algo a lo que pueden adaptarse y afrontar.
Las intervenciones pueden incluir entrenamiento de relajación, programación de actividades agradables, reestructuración cognitiva y ejercicio guiado, todo en el contexto de una relación "empática y de validación" con el terapeuta.
Estas intervenciones "tienen el potencial de aliviar la intensidad del dolor, mejorar la calidad de vida y mejorar la función física y emocional", según los autores.
“La terapia ayuda al paciente a ver que los factores emocionales y psicológicos influyen en la percepción del dolor y los comportamientos asociados con el dolor”, explican Majeed y Sudak.
"La terapia ... pone en marcha estrategias cognitivas y conductuales para ayudar a los pacientes a afrontar la situación con más éxito".
Los autores citan varios estudios originales recientes y artículos de revisión que apoyan la efectividad de la TCC y otros enfoques alternativos para el dolor crónico. Muchas publicaciones sugieren que la TCC tiene un efecto "de arriba hacia abajo" sobre el control del dolor y la percepción de los estímulos dolorosos.
También se ha encontrado que la TCC es útil para normalizar las reducciones en el volumen de materia gris del cerebro, que se cree que son el resultado de los efectos del estrés crónico.
En general, la terapia cognitivo-conductual es moderadamente eficaz para reducir las puntuaciones de dolor, al tiempo que evita o reduce los riesgos de uso excesivo de opioides, adicción, sobredosis y muerte.
Puede utilizarse como tratamiento independiente; en combinación con otros tratamientos, incluidos medicamentos no opioides eficaces; o como parte de los esfuerzos para reducir las dosis de opioides necesarias para controlar el dolor crónico.
Desafortunadamente, la TCC y otros enfoques no farmacológicos están infrautilizados debido a la falta de familiaridad, la presión del tiempo, las demandas de los pacientes, la facilidad para recetar medicamentos y las bajas tasas de reembolso.
Los investigadores señalan que se necesitará una inversión significativa de recursos para capacitar a los profesionales y para integrar ampliamente el uso de la TCC en el tratamiento del dolor crónico. Los autores sugieren que la Comisión del Presidente sobre la crisis de los opioides podría financiar esos programas de formación como estrategia preventiva para frenar el abuso de opioides.
“Es necesario un cambio de paradigma de un modelo biomédico a uno biopsicosocial para el tratamiento eficaz del dolor y la prevención del trastorno por consumo de opioides”, comenta el Dr. Majeed.
"Un mayor uso de la TCC como alternativa a los opioides puede ayudar a aliviar la carga clínica, financiera y social de los trastornos del dolor en la sociedad".
Fuente: Wolters Kluwer Health / EurekAlert