¿Qué sucede cuando confiar en tu instinto provoca ansiedad?

Confia en tu instinto.

Este consejo se difunde mucho: deberíamos poder escuchar una vocecita interior que nos dice que algo no está bien o que necesitamos algo diferente de lo que estamos recibiendo. Y sí, escuchar nuestra intuición es increíblemente valioso. Pero, ¿cuál es nuestra intuición exactamente? ¿Y qué pasa cuando nuestra intuición nos defrauda?

A menudo se habla de la intuición como un "conocimiento" interno profundo, una sabiduría que tiene algún acceso misterioso, de alguna manera, a la verdad sobre el mundo. Nuestros cuerpos pueden, de hecho, captar señales del mundo que nos rodea de que nuestras mentes pueden no haber funcionado racionalmente, por lo que es importante prestar atención no solo a lo que pensamos sobre una situación, sino también a cómo nos sentimos al respecto.

Sin embargo, lo complicado de seguir nuestros sentimientos es que podríamos sentirnos asustados por algo nuevo, o atraídos por alguien que podría ser malo para nosotros, o seguros con alguien que nos está manipulando, o ajenos al peligro en el entorno.

Nuestra intuición se crea esencialmente a partir de las experiencias que hemos tenido en el pasado y la información que hemos recopilado de nuestras familias, nuestro entorno y nuestras buenas y malas experiencias. Cuando tenemos un presentimiento, no estamos recibiendo un pequeño golpe brillante de la verdad, necesariamente, solo estamos obteniendo información adicional de nuestro subconsciente sobre cómo nos sentimos.

La intuición puede volverse demasiado cómoda

Eso podría ser algo bueno, pero también podría ser un problema. Nuestra intuición siempre querrá guiarnos hacia lo que se siente cómodo y lejos de lo que se siente incómodo. Por lo general, eso es algo bueno, pero algunas cosas en la vida se sienten cómodas no porque sean buenas, sino simplemente porque son familiares.

Por ejemplo, tendemos a elegir parejas románticas basándonos en nuestros sentimientos viscerales, no basándonos en ningún tipo de proceso de pensamiento racional. Simplemente "sabemos". Pero lo que sabemos es si alguien "se siente" bien con nosotros, y ese sentimiento generalmente proviene de todo lo que aprendimos sobre la dinámica del amor cuando éramos niños. Las personas que serían amables y nos apoyarían podrían "sentirse" mal simplemente porque no estamos acostumbrados a ello, y la falta de familiaridad nos hace sentir incómodos.

Otro problema es la facilidad con la que se manipulan nuestras intuiciones. Debido a que la intuición no es racional, no existe un conjunto de hechos con los que compararla y confirmar nuestras elecciones para bien o para mal. La publicidad es una industria que se gana el pan manipulando nuestras intuiciones, enseñando a nuestro subconsciente, por ejemplo, lo que significa ser bonita, femenina, masculina o buena madre. Más de un líder de culto ha cultivado una multitud alegre basada en la manipulación de intuiciones.

Nuestras intuiciones pueden contener miedo a lo desconocido, miedo a lo desconocido y miedo a cualquier cosa que nos hayan enseñado a temer en la cultura en la que vivimos. Sin embargo, nuestras intuiciones también pueden tener un sentido de coraje y aventura que quiere que dejemos atrás esos miedos e intentemos algo nuevo.

Entonces, ¿qué hacemos con los confusos mensajes de nuestra intuición? ¿Los ignoramos y tratamos de vivir simplemente desde nuestras mentes racionales?

De ningún modo. Es de vital importancia dejar que nuestras agallas nos enseñen cómo nos sentimos. Pero queremos que la mente y el intestino estén en comunicación entre sí, para medir cómo nos sentimos frente a lo que pensamos. Permitir que nuestras intuiciones tomen las decisiones en el día a día es generalmente una idea bastante buena, pero cuando se trata de grandes decisiones de la vida (o patrones consistentemente inútiles), debemos poner nuestras mentes a bordo. Junto con, quizás, las mentes de nuestras personas más cercanas (y quizás un buen terapeuta).

Esta publicación es cortesía de Spirituality & Health.

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