Cómo hacer las paces con tu infancia
Es probable que su infancia esté guardada a salvo en el pasado. Pero muchos de nosotros subestimamos el grado en que los eventos de la niñez continúan afectando nuestra vida adulta. Es difícil imaginar que los eventos que ocurrieron hace décadas puedan quedarse con nosotros, pero subestimar sus efectos, incluso en la edad adulta, puede ser perjudicial para nuestro bienestar.Nuestras etapas de desarrollo más críticas e influyentes ocurren en la niñez. Somos como esponjas, absorbiendo lo bueno y lo malo que nos rodea.Es durante este tiempo que desarrollamos nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Estos puntos de vista pueden desarrollarse desde el principio, pero a menudo dejan una huella permanente.
Sin embargo, nuestra infancia no tiene por qué dictar todos nuestros movimientos. Podemos pasar de un pasado desafiante y crear un presente y un futuro más saludable y feliz al ser más conscientes de cómo nuestros primeros años continúan influyendo en nuestros pensamientos, comportamientos y creencias adultos.
No es fácil desenterrar las cosas que hemos mantenido enterradas durante tanto tiempo, pero es vital para el crecimiento y la transformación personal. Las siguientes son formas de ayudarlo a dejar ir y seguir adelante.
- Se honesto. Es difícil enfrentar las cosas que nos lastiman, especialmente cuando las hemos mantenido enterradas durante mucho tiempo, pero es importante dejar el ego a un lado y mirar honestamente nuestra infancia. Esta puede ser una experiencia aterradora porque no estamos seguros de lo que podemos descubrir. Sin embargo, mirar a los ojos a los recuerdos dolorosos y decidir que vamos a trabajar en ellos es el primer paso para aflojar su fuerte control sobre nuestras vidas.
- Identifique hitos influyentes. Algunos de estos hitos son más fáciles de identificar que otros, pero si tuvieron un gran impacto en su infancia, es probable que también lo estén afectando en la edad adulta. Desafortunadamente, algunos de nosotros podemos recordar nuestra infancia y señalar experiencias difíciles con bastante rapidez. La muerte de un cuidador, la separación de los padres o incluso el abuso infantil son situaciones obvias y dolorosas. Pero para algunos de nosotros, los orígenes del dolor y el resentimiento que guardamos no son tan obvios. Por ejemplo, mi mamá dio a luz a mi hermano y a mi hermana cuando yo tenía 10 años. A pesar de lo feliz que fue esa ocasión, me brindó una gran cantidad de responsabilidad a una edad temprana, y ahora, casi 20 años después, me doy cuenta de que tengo cierto resentimiento. Si bien estoy muy agradecido por este hito, ha sido necesario un gran conocimiento de mí mismo para comprender cuánto ha influido en mis valores, personalidad y relaciones.
Puede ser un solo evento (como en mi caso) que tuvo un efecto, o podrían ser veinte. Si es más de uno, escríbalos todos para ayudarlo a tomar conciencia de ellos.
- Sea receptivo y compasivo. Los desafíos de la infancia no fueron culpa nuestra. No tenemos nada que decir en la infancia que tuvimos e incluso si lo tuviéramos, no podríamos ejercer mucho control sobre ella. Aceptar lo que fue, especialmente cuando es doloroso, es difícil. Pero cuanto más compasivos seamos con nosotros mismos, más fácil será aceptarlo. Recuerde que lo que pasó no fue de ninguna manera un reflejo del niño que era. En lugar de enojarse o juzgar porque la infancia le ha dejado dolor y cicatrices, sea paciente y amable consigo mismo mientras trata de curarlos.
- Meditar. Lidiar con el pasado puede resultar abrumador. Meditar puede ayudar a que todo parezca más manejable al ralentizar sus pensamientos. Hay videos de meditación guiada en línea que son muy efectivos y sirven como una gran herramienta para lidiar con el dolor infantil.
- Busca ayuda. Resolver estos problemas con un profesional puede hacer que la experiencia sea mucho más fácil y menos solitaria.
- Perdonar. Parece tan obvio, y es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pero el perdón es verdaderamente la forma de obtener la libertad y la felicidad personales. En lugar de perdonar por el bien de los demás, perdónate a ti mismo. Tu niño interior se lo merece.