Cuando la atención plena corre el riesgo de convertirse en inconsciencia

La meditación de atención plena ha sido incomparable al ayudarme a navegar los factores estresantes que pueden robarme la belleza de cada momento. Me ha ayudado a manejar una enfermedad mental grave y me ha ayudado a enfrentar obstáculos importantes y menores que amenazan con descarrilar todos mis planes.

De hecho, creo que nadie puede beneficiarse de esta práctica. Y ahí radica el problema.

La atención plena debe consistir en experimentar plenamente el momento presente: asimilar todo lo que nos rodea sin juzgarnos y compartir la empatía por la difícil situación de los demás con los que nos encontramos. Pero amenaza con convertirse en una búsqueda individual.

El tiempo dedicado a la meditación, la relajación y la contemplación puede convertirse en ensimismamiento. El meditador corre el riesgo de desapegarse de su propia experiencia y de la experiencia de quienes le rodean. Uno puede ver la meditación como una panacea para todos los males y resistirse a realizar el arduo trabajo requerido para superar los obstáculos y enfrentar la adversidad.

Un meditador equivocado puede comenzar a juzgar los sentimientos negativos y los pensamientos de derrota como inferiores, y extender esta percepción errónea a aquellos que considera negativos o incapaces de lidiar con los factores estresantes diarios. Y lo peor de todo es que alguien que proclama la atención plena puede separarse de un ser querido que muestra emociones consideradas indeseables. Desear que los seres queridos retomen la práctica, se calmen y mediten puede invalidar sus experiencias. Un simple acto de querer lo mejor para otra persona puede convertirse en un acto de juicio, lo que mata de hambre una relación de intimidad y confianza.

La atención plena no debe borrar el deseo, el dolor, la dificultad o la compasión. Debería ayudar al meditador a experimentar plenamente cada emoción y cada sensación. Y no debe estar dirigido al interior. Uno tiene un lugar en el mundo y ese lugar está lleno de otras personas.

La atención plena debe hacerte consciente de todo lo que te rodea y colocarte en el lienzo de tu vida, no como el centro de ella, sino como parte de un todo mayor. Uno puede ser creativo sin doblegar a otros a sus ideas. Uno puede ser cariñoso sin exigir cierto comportamiento a cambio de nuestra atención. Uno debe estar atento sin juzgar. Solo entonces la meditación puede sacar al meditador de sí mismo, al mundo en el que existe y al que pertenece.

Las técnicas que propongo deberían ayudarnos a afrontar y experimentar la vida, no a escapar de ella. El hecho de que yo mismo no siempre sea tan bueno en esto es una prueba de cómo la meditación que sale mal puede hacer que uno se aparte de todo lo que es importante. La meditación debe ayudarnos a afrontar la vida, no apartarnos de ella ni arrastrarnos demasiado hacia dentro. A medida que experimentamos el mundo, podemos actuar sobre él y con él.

La atención plena que se convierte en una búsqueda solitaria puede convertirse en inconsciencia. En cambio, la atención plena debe ser un método para conectarnos, vernos y experimentarnos tanto a nosotros mismos como a quienes nos rodean, especialmente a aquellos que nos importan más profundamente. La meditación puede ayudarnos a eliminar nuestras percepciones erróneas y realizar nuestras expectativas. Solo entonces puede ayudarnos a ser verdaderamente quienes podemos ser con más confianza y afecto.

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