Enseñar a los niños a identificar y afrontar sus emociones

Ya es bastante difícil identificar, comprender y afrontar nuestras emociones como adultos. Requiere práctica. Y a menudo nos equivocamos. Es decir, no podemos descifrar lo que realmente estamos sintiendo. Ignoramos nuestros sentimientos o pretendemos que no existen. O recurrimos a hábitos poco saludables.

Así que es comprensible que los niños encuentren sentimientos tan confusos y abrumadores, tanto que tengan crisis nerviosas y rabietas. Ellos patean. Gritan. Ellos sollozan. Pisotean sus pies.

Afortunadamente, los padres pueden ayudar. Puede ayudar a su hijo a sintonizar lo que realmente siente y a encontrar formas saludables de afrontar esos sentimientos. Es una habilidad que todos los niños necesitan y de la que se benefician enormemente (¡al igual que los padres!).

Los niños experimentan una variedad de emociones en un día determinado, escribe la psicoterapeuta infantil y adolescente Katie Hurley, LCSW, en su perspicaz libro El manual del niño feliz: Cómo criar niños felices en un mundo estresante. Pueden sentirse agotados, eufóricos, ansiosos, enojados y tristes.

En El manual del niño feliz Hurley anima a los padres a enseñar a sus hijos la regulación emocional. Ella enfatiza que no se trata de reprimir tus sentimientos. Esto no es útil para niños ni para adultos porque, por supuesto, lo que resiste persiste. Es decir, cuando los niños reprimen sus emociones, las internalizan, lo que los lleva a explotar, escribe.

“La regulación emocional consiste en enseñar a los niños a comprender qué desencadena esos sentimientos tan grandes y qué pueden hacer en el momento para superarlos sin proyectarlos en los demás”, según Hurley.

Al enseñarles a sus hijos cómo manejar las emociones de manera saludable, es fundamental comunicarles que todos los sentimientos son útiles, incluso los que nos hacen sentir incómodos. (De nuevo, eso es algo que nosotros, como adultos, también podemos beneficiarnos de recordar).

Hurley presenta un puñado de ejercicios útiles centrados en las emociones para que los padres los hagan con sus hijos. Aquí hay tres grandes estrategias de su libro.

Crea una tabla de sentimientos.

Los niños pueden tener dificultades para identificar las emociones. Para ayudar, Hurley sugiere que los niños y los padres practiquen hacer diferentes caras que transmitan diferentes sentimientos. "Asegúrese de señalar cómo aparecen las diferentes partes del rostro cuando se experimentan diferentes emociones (por ejemplo, 'ojos bajos' = enojo)".

Hable sobre lo que significa experimentar diferentes emociones. Por ejemplo, ¿qué significa estar triste, sorprendido y feliz?

Una vez que su hijo tenga un buen entendimiento, tome varias fotografías de él haciendo estas caras. Imprima las fotos y péguelas en una cartulina, junto con los sentimientos específicos escritos debajo de las fotos. O puede usar imágenes de las tarjetas, animales o juguetes favoritos de su hijo.

Pídale a su hijo que regrese a la tabla a lo largo del día. Una vez que su hijo pueda identificar sus emociones usando la tabla, háblele sobre qué que ver con esas emociones.

Juega con cubos y pufs.

Los niños también tienen dificultades para comprender qué causa sus sentimientos. Hurley sugiere crear “cubos de sentimientos” para hablar sobre cómo diferentes acciones y escenarios desencadenan diferentes sentimientos.

Reúna de cinco a siete cubos blancos y varios pufs. Puedes hacer las bolsitas de frijoles con bolsas Ziploc y frijoles secos. Rotule los baldes con los sentimientos que su hijo experimenta a menudo. Por ejemplo, puede comenzar con: feliz, triste, asustado y enojado.

Pídale a su hijo que se pare detrás de una línea con sus pufs. Describa un escenario que su hijo podría encontrar. Hurley comparte este ejemplo: Sarah se olvidó de traer su tarea y no quiere ir a clase. ¿Cómo se siente ella?

Pídale a su hijo que arroje una bolsita de frijoles al cubo que mejor describa la situación. Luego hable de posibles soluciones. Por ejemplo, Sarah podría hablar con su maestra en el exterior acerca de olvidar su tarea.

Cree un "tablero de registro".

Los niños no siempre (¿nunca?) Quieren hablar sobre cómo les fue en el día. Según Hurley, tener un tablero de registro para toda la familia facilita que sus hijos hablen sobre cómo están.

Para crear uno, use cartulina. Cree "bolsillos" en la pizarra con papel de construcción. Pegue una imagen de un sentimiento en cada bolsillo. Utilice un palito de paleta para representar a cada miembro de la familia. Puedes escribir su nombre en el palo, incluir su color favorito o incluir su imagen. Pon todos los palos en un bolsillo en blanco en la parte inferior de tu tablero.

Al principio y al final de cada día, pida a cada persona que ponga su palito de paleta en el bolsillo que corresponda a cómo se siente.

“Este tipo de estrategia anima a los niños a pensar en cómo se sintieron realmente durante el día, en lugar de simplemente enumerar los eventos que ocurrieron en la escuela”, escribe Hurley.

Hay muchas formas creativas de enseñar a sus hijos a identificar y procesar sus emociones. Utilice las sabias sugerencias de Hurley o cree sus propias estrategias. De cualquier manera, enseñar a sus hijos a regular sus emociones es clave para su bienestar emocional y físico. Les impide estar a merced de sus diferentes estados de ánimo. Fortalece a sus hijos y les enseña conocimientos y hábitos importantes que adoptarán hasta la edad adulta.

Como escribe Hurley, "cuando los niños aprenden que pueden elegir estrategias de afrontamiento adaptativas para enfrentar pensamientos intrusivos y desencadenantes emocionales, liberan espacio para concentrarse, interactuar de manera positiva y resolver conflictos de forma independiente".

Y esas son todas las cosas de las que podemos beneficiarnos como adultos.


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