La generosidad de escuchar
"Tenemos dos oídos y una boca para poder escuchar el doble de lo que hablamos". - Epicteto
Cuando escuchamos la palabra “generosidad”, podemos pensar en donar dinero y ayudar a los necesitados. Si bien estas pueden ser expresiones de un corazón generoso, existe una forma más fundamental y conmovedora en la que podemos extender la generosidad en nuestra vida cotidiana. Y no nos cuesta dinero.
Un profundo anhelo humano es ser visto, oído y entendido. La epidemia de soledad y depresión en nuestra sociedad se puede rastrear en parte a que a menudo no nos escuchamos. Quizás nos impulsa el miedo a sobrevivir en una sociedad altamente competitiva. Al final del día, es posible que estemos agotados y busquemos consuelo en la televisión o la computadora.
Es posible que nos hayamos acostumbrado tanto a no ser escuchados, y a ser criticados y avergonzados cuando lo intentamos, que hemos aprendido a contenernos mucho. Nuestros sentimientos y anhelos se esconden y se atrofian cuando nos damos por vencidos. Cerramos nuestra vulnerabilidad, o peor aún, nos volvemos contra ella en un intento de borrar todo vestigio de ser un ser humano vulnerable. Lamentablemente, cuando no nos volvemos el uno hacia el otro en busca de apoyo, tranquilidad y aliento, nos aislamos. Sucumbimos al vacío que se deriva de apartarnos del tejido de la vida.
Estamos conectados con una necesidad de conexión humana. Cuando esa necesidad no se satisface, podemos darnos por vencidos y buscar gratificaciones secundarias, como el poder, la fama o el dinero, que en realidad no llenan nuestro vacío ni satisfacen nuestros anhelos más profundos. O recurrimos a varias adicciones para distraernos de nuestro dolorosamente insatisfecho anhelo.
En consecuencia, podemos perder la sensibilidad no solo hacia nosotros mismos, sino también hacia la difícil situación de los demás. Este es un estado de cosas triste, especialmente cuando aquellos en posiciones de liderazgo promueven políticas que aumentan la división y la disociación de nuestra humanidad.
Comience con generosidad hacia usted mismo
Ser generoso con los demás comienza por desarrollar una presencia generosa hacia nosotros mismos. En lugar de juzgarnos y criticarnos a nosotros mismos, podemos cultivar una “presencia cariñosa y sensible” hacia nuestros sentimientos, como lo describen los maestros de Focusing, el Dr. Edwin McMahon y el Dr. Peter Campbell. Entonces estaremos bien posicionados para extender la atención hacia la experiencia de los demás.
Las relaciones significativas se nutren de la generosidad de atender a los demás. ¿Con qué profundidad escuchas a las personas cuando comparten algo importante para ellos, no solo escucha las palabras, sino también los sentimientos que se esconden detrás de sus palabras e historias? ¿Qué tan en sintonía estás con su experiencia sentida? ¿Observa que su atención se distrae o está preocupada por alguno de los siguientes aspectos?
- ¿Estás preparando tu respuesta?
- ¿Encontrar cosas para criticar?
- ¿Dirigir la conversación hacia sus propios pensamientos o sentimientos?
- ¿Tiene dificultades para encontrar algo que decir para que se sienta mejor o se siente mal y no sabe cómo responder?
Es natural que nuestra atención divague, pero el generoso arte de escuchar significa mantener toda nuestra atención hacia nuestra pareja o amigo mientras comparten algo personal o difícil. No se trata de solucionar su problema o de decirles qué hacer. Se trata simplemente de extender su cariño y sentir presencia hacia alguien que está luchando. Se trata de escuchar con el oído del corazón, como dijo San Benito.
¿Qué podría ser más generoso y sanador que abrir nuestros oídos y nuestro corazón a cómo otro está experimentando la vida en este momento? Escuchar es la puerta de entrada a las conexiones que buscamos. Es el bálsamo que calma nuestra desconexión y alivia nuestro aislamiento.
Escuchar puede abrir una puerta a ser escuchado. Cuando una persona se siente escuchada, se siente cuidada. Se sienten menos solos. Se sienten más conectados. Al crear un clima en el que otros experimenten su generosa atención, es probable que lo aprecien, se sientan atraídos hacia usted y se preocupen por usted. Si quiere ser escuchado, comience por escuchar. Es una práctica poderosa dar a los demás lo que nos gustaría recibir de ellos.