Es la temporada de dar, pero ¿estamos olvidando la otra mitad de la ecuación?

Es esa época del año otra vez. Los centros comerciales están llenos de compradores que buscan los regalos perfectos para sus seres queridos. Es la temporada de dar en flor.

Especialmente durante estos tiempos difíciles, es importante recordar lo más importante en la vida: honrar y apreciar a nuestros seres queridos. Como reconoció Freud, "el amor y el trabajo son las piedras angulares de nuestra humanidad". Vivir con un sentido de significado y nutrir nuestras relaciones importantes enriquece nuestra existencia.

Dar regalos es una forma de expresar nuestro cariño. Percibir las necesidades y deseos de los demás, y ofrecerles eso, puede ser un acto amable de amor.

¿Pero no nos olvidamos de algo? ¿Qué pasa con la otra mitad de la ecuación?

Regalar lleva tiempo. Reflexionamos sobre lo que podría desear un ser querido. Conducimos hasta el centro comercial después de una semana laboral agotadora, tal vez maldiciendo el tráfico en el camino. Envolvemos el presente y lo ofrecemos en la fiesta señalada.

Dar implica tiempo y preparación. La recepción ocurre en un instante. Quizás por eso no le prestamos mucha atención.

No se ha escrito mucho sobre el arte de recibir. No vemos titulares que digan: "Es la temporada para recibir". Suena demasiado egocéntrico, ¿verdad? Y no estoy sugiriendo eso. Pero, ¿por qué no prestamos mucha atención al arte de recibir?

Como psicoterapeuta durante 35 años, he visto lo difícil que es para las personas dejar pasar las cosas. Hemos interiorizado el mensaje de que dar es noble, recibir es egoísta. Si nos dan un regalo, no se preocupe por él; no se demore en ese momento incómodo. Un rápido "gracias" será suficiente, ¡y luego continúe!

En repetidas ocasiones he visto cómo las personas se deprimen o se enojan cuando crecen en entornos donde no han recibido lo suficiente, o tienen bloqueos emocionales para dejar entrar lo que sí reciben. La violencia y el terrorismo se cuecen en un caldero de privación emocional. Si nos sentimos nutridos en cuerpo, mente y alma, nuestro corazón se ablanda y el blindaje emocional y la agresión que provienen de nuestro frustrado anhelo de amor disminuyen.

Un bloqueo insidioso para recibir es creer que es egoísta. Puede parecer contradictorio, pero sugeriría que es todo lo contrario. Cuando fallamos en recibir con amabilidad, cuando descuidamos hacer una pausa y dejar entrar el amor, entonces nuestro ego egocéntrico está en acción. Nuestro ego que ha aprendido establece formas de reaccionar que cierran un momento de conexión potencialmente precioso. ¡Entonces estamos privando al donante de darse cuenta de cómo nos ha afectado el regalo! Es la medida en que podemos abrir nuestro corazón para recibir de una manera transparente que honramos al dador de regalos.

Mírelo de esta manera: si todos se enfocaran en dar, ¿quién estaría disponible para recibir todas esas cosas buenas? Si la donación entra en un agujero negro o encuentra resistencia, entonces el espíritu de la donación disminuye.

Ampliando el momento de recibir

A medida que analizamos todas las expectativas sobre cómo se supone que debemos manejar la recepción, ¿podemos hacer una pausa y ser conscientes de cómo nos sentimos realmente? ¿Podemos respirar profundamente y aguantar ese momento un poco más, siendo conscientes de lo que surge dentro de nosotros? Tal vez entonces podamos encontrar palabras que expresen cómo nos sentimos ("Estoy realmente conmovido por tu regalo" o "¡Muchas gracias!") O simplemente dar una mirada que transmita nuestro deleite y gratitud.

No estoy sugiriendo que evoquemos alguna pseudo-respuesta, que le demos mucha importancia o que nos volvamos demasiado dramáticos. Lo que sea que nos ocurra sentir está perfectamente bien. Quizás nuestra gratitud se siente en silencio en lugar de brotar. Quizás no estemos encantados con el regalo, pero apreciamos el gesto. El punto es notar nuestra respuesta genuina a cualquier regalo que nos llegue en la vida.

Dos caras de la misma moneda de amor

Dar y recibir son dos caras de la misma moneda de amor. No podemos tener uno sin el otro. Recibir profundamente ofrece un regalo al dador. Les ayuda a sentir que han marcado una diferencia en nuestras vidas.

Es la temporada de paz. Es la temporada de dar. Pero también es la temporada de recibir. A medida que recibimos los regalos de la vida, reconocemos que una persona se preocupa por nosotros. Celebramos estar vivos. La vida es buena. ¿Podemos bajar la guardia y dejar entrar el amor y el cariño?

Recibir con gracia y disfrutar el regalo de estar vivo nos otorga un momento de paz. Este podría ser el secreto para crear más paz en nuestro mundo.

!-- GDPR -->