¿No puede tomar una decisión? 4 cosas para probar

Acaba de trabajar su tercer día de 12 horas seguidas, sin ningún signo de que la locura disminuya en los próximos días, cuando un cliente lo llame con otro problema que necesitaba resolver: ayer.

En ese momento, puede parecer que su cerebro simplemente se rinde mientras su cliente todavía está en la línea, esperando que usted le brinde otra de las soluciones rápidas y brillantes para las que ella ha llegado a depender de usted.

Este momento de parálisis mental, o la incapacidad de tomar una decisión efectiva en un breve momento, incluso si normalmente es fácil para usted, es lo que se conoce como fatiga de decisiones. Los psicólogos que han estudiado la fatiga por tomar decisiones han descubierto que puede causar cualquier cosa, desde indecisión hasta compras impulsivas (un mono amarillo, ¿en serio?).

Debido a que los humanos tienen una reserva finita de energía mental en un día determinado, cuando se agota, tomamos malas decisiones o las evitamos por completo. Y en esta época de largas horas, bandejas de entrada desbordadas y calendarios llenos, no es de extrañar que estemos agotando estas reservas mentales más rápidamente de lo que podemos reponerlas para una toma de decisiones óptima.

Toma de decisiones: es un maratón, no un sprint

Parece que cuantas más decisiones nos veamos obligados a tomar, y a menudo cuanto más peso tienen estas decisiones, más podemos agotar nuestra capacidad para mantener las llamadas de buen juicio.

Piénselo: ¿Cuántas decisiones, grandes o pequeñas, ha tomado en las primeras horas de un día determinado? Comienza con la decisión de qué desayunar, qué ropa ponerse y qué música escuchar de camino al trabajo.

A partir de ahí, las decisiones y sus consecuencias aumentan en número e importancia. Solo piense en la cantidad de correos electrónicos que recibe y las decisiones que debe tomar sobre cómo responder, qué priorizar, si delegar en un colega. Su bandeja de entrada por sí sola puede ser un ejemplo abrumador de fatiga por tomar decisiones.

Pero, dado que ninguna de estas decisiones va a ir a ningún lado, es importante aprender cómo evitar el agotamiento y administrar su energía mental de manera efectiva. Para comenzar, intente seguir algunas pautas probadas y verdaderas para la toma de decisiones.

Lo primero es lo primero

Cada noche, anticipe qué decisiones importantes, si las hay, tendrá que tomar al día siguiente, como aprobar un presupuesto o seleccionar un proveedor. Luego, trate de organizar su día tanto como sea posible para que pueda tomar estas decisiones temprano durante la mañana, antes de que se agoten sus reservas.

Si surge una solicitud o pregunta importante al final de la tarde o al anochecer cuando ya se siente agotado, márquelo como una tarea pendiente para el día siguiente temprano, cuando su cerebro se haya renovado y haya tenido tiempo para procesarlo.

Reemplazar decisiones por compromisos

Son las 6 p.m. y te prometiste que irías al gimnasio después del trabajo. Pero ahora sale tarde de la oficina, su estómago comienza a rugir y opta por mirar Castillo de naipes en el sofá en lugar de cardio.

Ahora imagina si hubieras hecho un contrato no negociable contigo mismo para ir al gimnasio todos los lunes, miércoles y viernes. Al comprometerse con el gimnasio y programarlo, no hay que tomar ninguna decisión: hacer ejercicio ya es parte de su día y ha determinado que lo hará realidad.

Puede hacer lo mismo durante el día o la semana. Por ejemplo, intente preparar su guardarropa el domingo por la noche para la próxima semana (tomando nota del pronóstico del tiempo y cualquier ocasión especial) para que no se quede atrapado en pánico cada mañana y se pregunte qué ponerse.

Haga espacio en su horario

Tómese un tiempo entre reuniones para permitir que su cerebro procese la información que recibió, de modo que pueda ofrecer buenas decisiones en sesiones posteriores. Intente programar reuniones de 45 minutos en lugar de una hora, permitiendo 15 minutos para la reflexión y como un descanso mental antes de su próxima cita. Y definitivamente no programe reuniones justo antes del almuerzo o al final del día, cuando la capacidad de toma de decisiones y la capacidad de atención de las personas suelen ser bajas.

Y hablando del almuerzo, ¡ahora es el momento de dejar de comer en su escritorio y salir de la oficina! Esto cambia sus engranajes mentales, libera su mente de las garras de su lista de tareas pendientes y le permite volver a ella con una nueva perspectiva, lo que ayuda a reponer sus capacidades de toma de decisiones para la próxima parte de su día.

Mantente alimentado

Tu mamá siempre dijo que nunca tomes una decisión importante con el estómago vacío, y resulta que no es un mal consejo. Si sabe que tendrá que tomar decisiones al final del día, coma un refrigerio después del almuerzo para asegurarse de que su cerebro esté recibiendo la energía que necesita para funcionar.

Al final, una de las mejores defensas que puede tener contra la fatiga de las decisiones es simplemente saber que existe y cómo funciona. Dominar la toma de decisiones óptima a pesar de esto puede ayudarlo a tomar mejores decisiones de manera consistente y evitar las consecuencias negativas que vienen con las llamadas inadvertidas de mal juicio.

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