4 cosas a considerar antes de comenzar la terapia de pareja

Hay pocas cosas en la vida tan estresantes como una relación fallida. Cuando dos personas se pelean, se sienten distantes y luchan por entenderse, a menudo recurren al asesoramiento de parejas para ayudar a fortalecer y reconstruir su vínculo.

La terapia de pareja puede ser una experiencia intensa para ambos. Muchas personas han visto crecer su intimidad, mejorar su comunicación y florecer su relación durante la terapia. El asesoramiento conjunto puede ayudar a las personas a ver sus fortalezas y debilidades, tanto como individuos como como socios.

Sin embargo, la terapia, especialmente cuando se trata de una pareja, a menudo está cargada de sentimientos y emociones fuertes. También puede llevar mucho tiempo, ser costoso y, en ocasiones, doloroso.

Utilice las siguientes cuatro preguntas como guía para determinar si la terapia de pareja es adecuada para usted. Las respuestas pueden ser sí, no o, a veces, todas las cuales son perfectamente aceptables. Idealmente, el tiempo dedicado a la consejería los desafiará e inspirará a usted y a su pareja a lograr un nivel más profundo y satisfactorio de intimidad y alegría.

  1. ¿Está dispuesto a asumir la responsabilidad de su papel en el conflicto? Cada persona tiene un papel que desempeñar cuando surge un conflicto en una relación. La voluntad de ver cómo cada individuo contribuye al problema es crucial para poder encontrar una solución. Cuando una pareja acude a terapia y cada uno de ellos puede indicar áreas de mejora, o puede admitir culpa por sus errores o deficiencias, es una gran señal de que la terapia podría ser beneficiosa. Incluso el simple hecho de poder preguntarse sobre el papel de uno en el conflicto es un gran comienzo. Sin embargo, si una persona tiene la intención de culpar a la otra por todos los problemas, la terapia de pareja no será productiva. Cada socio debe poder comprender su propio papel en el conflicto.

    Tenga en cuenta que los problemas de abuso son un asunto completamente diferente.

  2. ¿Está dispuesto y es capaz de comprometerse con el tiempo y la inversión financiera y personal para llevar a cabo la terapia? La terapia es dura. Puede traer temas increíblemente dolorosos. Los participantes pueden sentirse avergonzados de que otra persona esté aprendiendo detalles muy personales sobre ellos mismos.

    La terapia también requiere tiempo. Hay una cita de 50 minutos, pero también se debe considerar el viaje desde y hacia el consultorio del terapeuta. Encontrar el tiempo requiere flexibilidad y cumplir con las citas es crucial. La hora de terapia debe ser una prioridad para cada individuo y puede requerir arreglos especiales, incluido el cuidado de los niños o salir temprano del trabajo una vez por semana.

    La terapia también es un gasto financiero, especialmente si se paga de su bolsillo. Muchas personas pueden reducir los gastos superfluos y, de otro modo, recortar los gastos para pagar el asesoramiento. Si los fondos no están disponibles, puede tener sentido retrasar el tratamiento o buscar ayuda en una clínica de bajo costo u otro recurso. Los centros comunitarios de salud mental y las iglesias a menudo brindan asesoramiento matrimonial a un precio reducido o gratuito.

  3. ¿Estás dispuesto a comprometerte? Así como cada persona comparte la responsabilidad de los problemas en la relación, deben compartir las soluciones. El compromiso es el elemento vital de las relaciones saludables. Si se puede llegar a un compromiso con una actitud positiva y dispuesta, puede marcar una gran diferencia, tanto en la relación como en la terapia. Nadie quiere vivir en una dictadura.
  4. ¿Estás dispuesto a hacer algo diferente? Esta es la última y más importante idea a considerar. Para cuando las personas llegan a la terapia, ya han probado muchas cosas, la mayoría de las cuales no funcionan. Sus peleas consisten en los mismos pocos argumentos que nunca parecen resolverse.

    Cuando los desacuerdos son predecibles hasta el punto de parecer como un guión, es hora de hacer algo diferente. Aquí es donde entra en juego la terapia. Un terapeuta traerá nuevas ideas, conceptos o sugerencias. Estas sugerencias pueden parecer cursis, aterradoras o como una pérdida de tiempo. Aquí es donde la voluntad de probar algo diferente es fundamental. Aprender una frase específica para decir al pelear, usar técnicas de relajación o hacer un punto para alejarse físicamente del conflicto puede no parecer que funcionará, pero estar dispuesto a probar nuevas formas de relacionarse con una pareja es la única forma en que las cosas funcionarán. cambio. Y el cambio es de lo que se trata la terapia.

Las personas a menudo llegan a la terapia con esperanzas exageradas de querer que su terapeuta "arregle" su relación, resuelva sus problemas o incluso les diga si deben permanecer juntos. Este no es el papel de un terapeuta ni del proceso terapéutico. La terapia es un proceso en el que cada individuo puede aprender nuevas habilidades, ganar comprensión y practicar la comunicación y la resolución de conflictos en un entorno de apoyo.

Las parejas a menudo descubren que las cosas que han aprendido a través de la terapia se aplican no solo a sus relaciones íntimas, sino a sus interacciones con amigos y familiares, compañeros de trabajo o incluso con sus hijos. Las mismas habilidades de comunicación que ayudan a los socios a entenderse también pueden ayudar cuando tienen un desacuerdo con su jefe o su hijo de 15 años.

La terapia es una inversión tanto en el individuo como en la pareja. Incluso si la relación termina, las habilidades que cada persona aprenda continuarán afectando sus vidas. Este es el verdadero regalo de la terapia.

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