Tenga en cuenta la salud mental al sopesar la aceptación universitaria

Dado que las decisiones de admisión se implementarán este mes para muchos solicitantes universitarios ansiosos, este es un buen momento para dar un paso atrás y considerar algunas de las dinámicas cambiantes en las que los padres y estudiantes rara vez piensan de antemano. Ir a la universidad es, sin duda, una experiencia que cambia la vida. Pero como todos los cambios importantes de la vida, puede ser tan abrumador como emocionante. Adaptarse a un entorno completamente nuevo con diferentes normas sociales y sin el apoyo de la familia y los amigos de la infancia, además de las nuevas presiones académicas, puede tener un impacto significativo en el bienestar de los estudiantes.

El público se ha vuelto cada vez más consciente en los últimos años de que los estudiantes universitarios enfrentan muchos desafíos de salud mental y que estos a menudo pueden interferir con el rendimiento académico. Tales problemas pueden hacer que los estudiantes suspendan cursos, tomen licencias médicas o incluso se retiren de la escuela por completo. De hecho, una encuesta de la Alianza Nacional de Salud Mental de individuos en edad universitaria diagnosticados con una condición de salud mental encontró que el 64 por ciento ya no asistía a la universidad debido a un problema relacionado con la salud mental.

Como profesora y psicóloga clínica, doy la bienvenida al diálogo nacional sobre temas de salud mental en el campus. También sé que los profesores y el personal desempeñan un papel importante para mantener a los estudiantes universitarios sanos y productivos. No solo es bueno saber qué tipo de programas existen en el campus antes de aceptar la oferta de una universidad, sino que también vale la pena dejar que estos jueguen un papel en tu elección de universidad. Junto con los aspectos académicos, deportivos, el tamaño de las clases y la ubicación del campus, la calidad de los programas y servicios de salud mental debe ser uno de los factores determinantes para decidir dónde matricularse.

Oportunidad o desafío: una fina línea

Si bien la experiencia universitaria está llena de oportunidades, una gran cantidad de nuevas posibilidades también puede generar incertidumbre. Dependiendo de los niveles de confianza y comodidad de un estudiante, una oportunidad en realidad puede parecer más un desafío.

Por ejemplo, ganar independencia de los padres puede traducirse en una nueva autonomía, pero también puede llevar la presión de tomar decisiones importantes sin estructura, orientación y apoyo de familiares de confianza. De manera similar, comenzar de nuevo puede equivaler a una auto-reinvención, pero ingresar a un nuevo entorno también implica la pérdida de apoyos sociales familiares, así como roles, reputación y estatus establecidos.

También hay un choque cultural inherente al cambio de la escuela secundaria a un entorno universitario menos estructurado. Si bien un horario de clases más flexible y personalizado ofrece la libertad de decidir cuándo y dónde estudiar o realizar actividades extracurriculares, también plantea los desafíos de planificar, sopesar opciones y crear estrategias para lograr metas frente a demandas conflictivas.

Incluso estar rodeado de tantas caras e ideas nuevas puede ser discordante. Para algunos, conocer gente nueva de diferentes orígenes y relacionarse con ellos, sin reglas impuestas por los padres, puede ser una oportunidad de crecimiento. Pero para otros, también puede significar compartir espacios cerrados con personas que tienen diferentes sistemas de valores, e incluso puede exponer a más estudiantes "protegidos" a comportamientos desconocidos y riesgosos, como beber en exceso.

Los recursos del campus son importantes

Una investigación reciente de la American College Health Association mostró que casi una cuarta parte de los estudiantes universitarios habían sido diagnosticados o tratados por un problema de salud mental. Si bien cada estudiante es único, ciertas afecciones de salud mental son más comunes en los campus universitarios que en otros. Las presiones mencionadas anteriormente pueden agravar las condiciones latentes, y los trastornos que aparecen por primera vez en la infancia pueden seguir a los jóvenes hasta la edad adulta. Algunas de las condiciones que se ven con más frecuencia en los campus universitarios incluyen ansiedad, depresión, trastorno por déficit de atención y trastorno del espectro autista.

Si bien reconocer los signos de estos desafíos de salud mental es un primer paso importante, los líderes universitarios pueden desempeñar un papel importante para llegar a soluciones productivas para los estudiantes afectados. En la encuesta NAMI antes mencionada, la capacitación en salud mental para profesores y personal fue calificada como extremadamente importante por más encuestados (79%) que cualquier otra actividad relacionada, como la formación de organizaciones de pares (62%) o ferias de salud (60%).

Las universidades están respondiendo. En Bryn Mawr, hemos implementado foros trimestrales para ayudar a los profesores a reconocer los signos de estos problemas de salud mental en nuestros estudiantes, comprender su impacto en el bienestar académico y social y estar al tanto de los problemas culturales relacionados con la salud mental. También hemos discutido estrategias para ayudar a los estudiantes a manejar sus demandas académicas mientras les indica que obtengan atención y apoyo para sus problemas. Este año, hemos involucrado a los estudiantes en estos foros para que puedan compartir conocimientos importantes de primera mano. Antes de que su familia tome una decisión universitaria, es posible que desee ver si existe un programa similar en la escuela que eligió.

Si bien puede ser desalentador saber que tantas mentes jóvenes brillantes están luchando con serios problemas de salud mental, es alentador ver un creciente interés en este tema. Como siempre, el reconocimiento del problema es el primer paso para garantizar que los estudiantes obtengan el apoyo fundamental que necesitan. Para los estudiantes y sus padres, esto se traduce en reconocer que la transición a la vida universitaria puede ser inmensamente desafiante y que el apoyo para la salud mental debe recibir la consideración que merece al decidir qué oferta de la escuela aceptar.

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