Las experiencias tempranas impulsan la salud mental de los adultos

Un nuevo estudio sugiere que los bebés que reciben un fuerte afecto de sus madres están bien equipados para hacer frente a los factores estresantes de la vida cuando sean adultos.

Aunque la muestra es pequeña, la investigación es significativa. La mayoría de los estudios anteriores se han basado en el recuerdo; pocos han rastreado a los participantes desde la niñez hasta la vida adulta, dicen los autores.

El estudio se publica en línea en la Revista de Epidemiología y Salud Comunitaria.

Ellos basan sus hallazgos en 482 personas, que eran parte de la cohorte de nacimiento de Providence, Rhode Island del Proyecto Nacional Colaborativo Perinatal.

La calidad de sus interacciones con sus madres a la edad de ocho meses fue evaluada objetivamente por un psicólogo durante la evaluación del desarrollo de rutina.

Al final de cada sesión, el psicólogo completó una evaluación de qué tan bien la madre se había enfrentado a las pruebas de desarrollo de su hijo y cómo había respondido al desempeño del niño.

La cantidad de afecto y atención que le brindó a su hijo también se clasificó, con descriptores que iban de "negativo" a "extravagante".

La salud mental se evaluó posteriormente en la edad adulta a la edad promedio de 34 años, utilizando una lista de verificación de síntomas validada, que captura tanto elementos específicos, como ansiedad y hostilidad, como niveles generales de angustia.

En la evaluación de ocho meses, una de cada 10 interacciones (46) se caracterizó por un bajo nivel de afecto materno hacia el bebé. La mayoría (85 por ciento; 409) se caracterizaron por niveles normales de afecto.

El 6 por ciento restante (27) se caracterizó por niveles muy altos de afecto materno.

Cuando se analizaron los elementos específicos de la lista de verificación, aquellos cuyas madres se había observado que eran las más afectuosas en la evaluación de ocho meses tenían los niveles más bajos de ansiedad, hostilidad y angustia general.

Hubo una diferencia de más de siete puntos en las puntuaciones de ansiedad entre aquellos cuyas madres habían mostrado niveles bajos o normales de afecto y aquellos cuyas madres habían mostrado niveles altos.

Y hubo más de una discrepancia de tres puntos en los puntajes de hostilidad y una diferencia de cinco puntos en los puntajes generales de angustia general.

Este patrón se observó en todos los diversos elementos de la lista de verificación de síntomas: cuanto mayor era el calor de la madre, menor era la angustia del adulto.

Los autores concluyen que sus hallazgos respaldan la afirmación de que incluso las experiencias de vida muy tempranas pueden influir en la salud de los adultos.

Es probable que los altos niveles de afecto materno faciliten vínculos y vínculos seguros, dicen los autores.

Esto no solo reduce la angustia, sino que también puede permitir que un niño desarrolle habilidades de vida, sociales y de afrontamiento efectivas, lo que le será muy útil como adulto.

Fuente: BMJ-British Medical Journal

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